Actualizado 15/03/2007 01:00

Consuelo Sánchez-Vicente.- Tres tristes años

MADRID 15 Mar. (OTR/PRESS) -

La Legislatura parece uno de esos bebés que no paran de berrear sin que los padres sepan ni qué le duele ni qué hacer para calmarle. Ni un día de tregua nos ha dado esta criatura política en sus tres añitos de vida; y el cuarto apunta igual -si no peor- por lo apretado del calendario electoral. Las broncas "entre políticos" solo son peligrosas cuando se salen del cauce que les es propio, es decir, del cauce político, y se trasladan a la sociedad. Y mi impresión - más bien mi convicción - es que la voladura de los viejos consensos de Estado entre el Gobierno y el principal partido de la oposición, sin faltar uno, y la utilización por ambos del terrorismo y de las víctimas como arma arrojadiza partidaria sin tregua ni para respirar, han terminado por erosionar la simple convivencia entre la simple gente del común que al fin y al cabo somos la inmensa mayoría de los ciudadanos

Las encuestas no han dejado de alertar ni un solo día de que la estrategia de desprecio y deslegitimación mutua que en estos tres años ha caracterizado las relaciones entre los dos grandes partidos del país podía acabar por erosionar la propia credibilidad de la política y de los políticos. Pero, en vez de parar a tiempo, como aconsejaban el sentido común y la prudencia, la bronca ha ido a más, con discursos cada vez más vacíos de argumentos y de ideas en los que lo único que no ha dejado de crecer han sido el tono, la intensidad y la zafiedad de los insultos

Si la política democrática no es pacto y diálogo para buscar puntos de encuentro entre posiciones distintas en pos del bien común, ya me dirán ustedes qué es. Si los partidos políticos son incapaces de encontrar soluciones pacíficas a los conflictos, ya me dirán a quien representan o para que sirven. Pero, justo cuando más lo necesitábamos: mientras retos como la inmigración o el posible final de ETA encabezan la "cola" de asuntos a la espera de la cordura consiga abrirse paso entre tanto despropósito, al frente del Gobierno y del principal partido de la oposición no hay dos líderes políticos sino dos chiquillos que no ven más allá de sus propias narices, malcriados, enfurruñados e incapaces de dialogar. Conseguirán que la abstención sea el único horizonte de nuestra democracia si no rectifican los dos. Y el tiempo vuela. A los dos se les está acabando el tiempo para rectificar.

Consuelo Sánchez-Vicente.

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