El gas natural ha subido esta semana por lo mismo que hace un mes subió el butano. Los señores del gas están descubriendo lo que en 1973 descubrieron los jeques del petróleo. La energía es el talón de Aquiles de los ricos de la tierra. Si el petróleo es mío, lo subo y a bailar a mi son, o casi.
El 'casi', a corto y medio plazo, era el gas. Y para los países, como el nuestro, con una fuerte dependencia de las energías fósiles, es el gas. Buscar alternativas a la tiranía del petróleo es urgente. Y mientras nos seguimos pensando si apuntarnos o no a la apuesta estratégica de Francia y Gran Bretaña por la energía nuclear y comprobamos lo que da de sí en realidad nuestra apuesta política por la energías renovables, las modernas centrales térmicas de ciclo combinado (se quema gas y se produce electricidad) parecen ser, según muchos expertos, la única opción capaz de seguir a la demanda española de energía a diez o veinte años vista.
Las reservas mundiales de petróleo se cifran en unos cuarenta años; las del gas en unos sesenta y cinco. Pero como hicieron en 1973 los amos del petróleo, los amos del gas se están organizando; y como ellos, no quieren ser justos si no ricos. Muy muy ricos.
La situación es prácticamente de sálvese quien pueda, y los españoles estamos especialmente desprotegidos. Formamos parte de la UE, pero la Europa de la energía no existe. Como la seguridad pública, el suministro energético está fuera de las competencias de Bruselas. Garantizar la suficiencia energética de cada país sigue siendo una competencia nacional porque afecta intrínsecamente a la soberanía nacional de cada uno de ellos. Pero, como descubrimos durante la famosa OPA de ENDESA, los españoles estamos en el peor de los escenarios posibles.
La crisis de las energías fósiles se veía venir. Y los grandes países de la UE han adoptado medidas. Además de mantener dentro del sector público a sus grandes empresas energéticas, se han blindado legalmente para promover alianzas internas y externas que las hagan más fuertes y para preservarlas de las injerencias 'extranjeras'. Los españoles, todo lo contrario: empezamos liberalizando el sector (bueno, lo que hemos hecho en realidad es 'privatizarlo' a precio de saldo) y, ni nos hemos hecho fuertes aliándonos entre nosotros, ni tenemos leyes para defendernos de las OPAS extranjeras.
Hay que rectificar, blindarnos como los demás. La creciente fragmentación del sector 'privatizado' español de la energía nos sitúa en una posición de enorme debilidad a la hora de negociar, por ejemplo con Argelia, el precio del gas. No podemos hacerlo 'como país', sino empresa a empresa. Divide y vencerás, ¿recuerdan? Pero, además, hay que 'pactar' un modelo energético.
¿Nuclear, no? ¿Nuclear, sí? Abramos ese debate. Aunque apostásemos hoy mismo por ella, tardaríamos unos diez años en que fuera rentable, dicho sea para situar el problema en su contexto. España tiene un nivel de dependencia energética suicida, este es el contexto.
Consuelo Sánchez-Vicente