MADRID 30 Dic. (OTR/PRESS) -
Todos admitimos nuestros errores al hacer balance del año que se nos acaba, requisito imprescindible para poder proclamar eso de 'año nuevo, vida nueva' al terminar de tomarnos las uvas y así comenzar el 2008 lleno de buenos propósitos que, se supone, esta vez sí que convertiremos en realidad. Ahora bien, unos reconocemos que nos equivocamos de pleno en alguna cuestión, otros solo nos arrepentimos de haber actuado incorrectamente en la forma de abordar cualquier acción y finalmente algunos nos empeñamos en no apuntarnos error alguno.
¿Qué personaje conocido representa mejor a los incapaces totales de reconocer que hicieron algo mal, incluso rematadamente mal, a lo largo del 2007?. La ministra de Fomento, sin duda alguna. Esa que ha inaugurado dos de los AVES comprometidos, a Valadolid y Málaga, tarde y mal y ha dejado colapsado el servicio de cercanías de Barcelona en su intento de inaugurar la conexión de alta velocidad con la ciudad condal antes de que empezara la campaña electoral. Nunca, sin embargo, Magdalena Alvarez ha reconocido error alguno, sino que, por lo contrario, ha culpado al PP de todo lo que a ella le ha salido mal.
Zapatero, por su parte, corresponde a la categoría de quienes solo se arrepienten por las formas. Por eso ha reconocido en su última comparecencia del 2007 que se equivocó un año antes al pronosticar que a día de hoy estaríamos mejor en materia de terrorismo. Nada, sin embargo, de admitir que erró en su política, negoció con ETA sin comprobar que los terroristas iban a dejar de matar, animó al PSE a reunirse con Batasuna y empujó a la Fiscalía a levantar el pié del acelerador de la lucha judicial contra el entorno de la banda.
Buscar a un político que admita errores de fondo, de los de verdad, es tarea imposible por lo general y más en los comienzos de una campaña electoral, como es el caso del momento español. Rajoy, por ejemplo, dice que se arrepiente de no haber sabido o podido convencer a Zapatero de lo absurdo de negociar con ETA. Pero, la verdad, lo que ha hecho el líder del PP ha sido culpar otra vez a Zapatero de esa negociación. Aunque para absurdos, la admisión de error por parte de Fidel Castro se lleva la palma. El dictador cubano afirma ahora que se aferró excesivamente al poder "por exceso de juventud" y "por escasez de conciencia". Y lo explica cincuenta años tarde y sin la menor intención de permitir a su pueblo que recupere algo de la libertad que ha perdido por esos errores.
Curri Valenzuela