MADRID 5 Ago. (OTR/PRESS) -
Aún existen las dos Españas y la diferencia entre la una y la otra no estriba ni en la ideología ni en el modelo de Estado, sino en la fobia y la pasión por las corridas de toros. Tenemos la España pendiente de si Cayetano se repone pronto de su grave cogida y la España empeñada en eliminar los toros de cartón de Osborne de las carreteras. Dos mundos irreconciliables.
La media España taurina está de suerte este año, con una temporada que, al fin, se ha presentado repleta de buenos toreros y grandes faenas. Pocas primaveras se han visto abrir tantas veces como esta las puertas grandes de Madrid y Sevilla para que salgan por ellas los Talavante, Castella, Manzanares junior y la media docena de figuras consagradas casi de repente. Si a ello se le suma la vuelta a los ruedos de José Tomás y el renacer de El Juli, ya sería para que el mundo de los toros estuviera echando chispas y los aficionados frotándose las manos. Pero, además, tenemos a Cayetano, tan guapo, el bien plantado modelo de Armani, que ha logrado ya lo que consiguió su padre: ser el torero más famoso fuera de las plazas.
Lo que le quedaba a Cayetano para ser un ídolo de esa media España (y quizás, aunque en secreto, el de las chicas de la otra media) era sufrir una grave cogida, como la que le ocurrió la semana pasada en el Puerto de Santa María, que encima recordó la que le costó la muerte a Paquirri. A más a más, que el joven torero salga de la clínica a los cinco días del percance afirmando que tiene asumido el riesgo de por vida le corona como el príncipe popular de la España de los toros, que no es solo la que acude a las grandes plazas, sino la que en estos días de agosto prepara sus fiestas en las que no pueden faltar tres cosas: ni encierros, ni corridas, ni cohetes. Luego ya, dependiendo del temaño de la localidad y del presupuesto municipal habrá o no cochecitos de feria y actuaciones musicales en directo. Pero los toros, que no falten.
La otra España, la antitaurina, vive a años luz de la España que lleva a sus niños a ver el espectáculo del Bombero Torero para que se vayan aficionando desde chiquititos. Sus integrantes objetan muy racionalmente la barbarie que representa matar a nobles animales con tanta saña en espectáculos masivos que a ellos les recuerdan los Autos de Fe de la España más negra. Algunos se lo toman a la tremenda, como por ejemplo los independentistas radicales que han derribado la última silueta que quedaba en Cataluña del toro de Osborne para 'limpiar' esa Comunidad de la 'inmundicia cornuda española'. Otros, como la ministra de Medio Ambiente, proponen que la fiesta se adopten medidas como las existentes en Portugal para que el toro no muera en la plaza. Les parece más civilizado. Pero, hoy por hoy, llevan las de perder: Cayetano sonríe, apoyado en su muleta, en las portadas de los periódicos mientras lo del toro de Osborne se relega a las páginas de sucesos.
Curri Valenzuela