Actualizado 06/11/2010 13:00

Esther Esteban.- Más que palabras.- Salma y sus nombres.

MADRID 6 Nov. (OTR/PRESS) -

Me llamo María Esther Esteban- Herreros- Largo- Arenales- Sánchez- Regidor y tengo que decir que me siento orgullosa de todos mis apellidos porque todos mis antepasados han sido hombres y mujeres de bien, buena gente, ciudadanos honestos y respetuosos, que han podido llevar los apellidos, que yo he heredado, con orgullo y dignidad. Supongo que mi caso es habitual y que lo excepcional es que alguien repudie la herencia que les han dejado sus antepasados, aunque eso ocurre. Vaya por delante que no me parece mal que en el proyecto de Ley de Registro Civil, en trámite parlamentario se intente terminar con la prevalencia del apellido masculino si es que los padres al inscribir al bebé así lo desean. De hecho ya existe la posibilidad de cambiarse de nombre y también de apellido por lo que seria simplificar un poco más y más igualitariamente la norma ya existente. Lo que me parece un despropósito y una memez de considerables dimensiones es que entorno a este asunto se haya liado la "marimorena" y nuestros políticos, en vez de quebrarse la cabeza para ver como se puede sacar a España del agujero de los cuatro millones y medio de parados, se tiren los trastos a la cabeza por una cuestión menor que, desde luego, no está en las prioridades de ningún ciudadano, ni creo que vaya a provocar manifestaciones en la calle.. No se si el tema es una cortina de humo para tapar los problemas importantes, como dice la oposición o si, como sostienen algunos, la medida puede provocar un sin fin de líos judiciales, complicar la localización de parientes en las pruebas de ADN etc etc. Lo que se, es que la política está en un punto insufrible en el que cualquier nimiedad se convierte en algo explosivo, a punto de estallar, y eso tiene muy poco que ver con las preocupaciones de los ciudadanos y mucho con el desquiciamiento electoral que viven los partidos políticos.

En la universidad tuve una amiga de nombre SALMA, nacida en España, pero de procedencia Palestina que cuando su abuelo emigró a nuestro país, ante el desconocimiento total del idioma y la falta de información -en plena época de la postguerra- puso a cada uno de sus hijos apellidos distintos, en la creencia que se trataba de ponerle tres nombres que no fueran malsonantes, con lo cual sus cinco hijos tenían apellidos árabes diferentes, que en realidad eran los nombres preferidos por el abuelo. La familia de Salma, que se dedicaba a un negocio de exportación e importación, se paso toda la vida, tras la muerte del abuelo, intentando arreglar el desaguisado y cuando yo la perdí la pista, ya hace algunos años, seguían los pleitos motivados por la herencia y el follón del apellido familiar. He recordado este sucedido para destacar que las cosas cuando no se hacen bien pueden complicarnos y mucho la vida. Claro que también me ha venido a la memoria el suceso terrible de Ana Orantes, la mujer quemada viva por su marido hace años en Granada. Su hija Raquel tuvo que luchar muchísimo para conseguir eliminar el apellido paterno y una medida, como la que ahora se propone, la hubiera facilitado las cosas. Esta modificación de la Ley serviría para resarcir moralmente a las victimas de la violencia de genero y a sus hijos, permitiéndoles desvincularse de un padre maltratador o de un asesino. En definitiva que el asunto, como todo, puede tener sus pros y contras pero lo que es insufrible y agotador es la reacción airada de los políticos ante cosas pequeñas y su desinterés por las grandes cosas que son las de comer. Ya se sabe pan o* circo.

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