MADRID 27 Feb. (OTR/PRESS) -
Orlando Zapata no era un gran líder de la resistencia castrista, era albañil y plomero de origen muy humilde, un negro que descubrió a base de golpes, humillaciones y vejaciones que su lucha debía ser la de la libertad y el respeto de los derechos humanos. Durante los siete años que duró su encierro en la cárcel de Camagüey vio todo tipo de abusos y ensañamientos contra los presos políticos, pasó por celdas de castigo y no cayó. Denunció, día tras día, los malos tratos a los que se les sometía, la escasez de alimento, la falta de higiene y el abuso de autoridad de sus carceleros que cuanto más protestaba más violentos y crueles se volvían contra él.
Cuando comenzó su huelga de hambre le negaron el agua por lo que sus riñones le empezaron a fallar y cuando le trasladaron al hospital le situaron desnudo al lado del aire acondicionado, lo que le generó una neumonía. No permitieron a su madre visitar al hijo moribundo y no hubo ni un pequeño atisbo de compasión hacia el ser humano en sus últimas horas.
Orlando Zapata llevó su lucha hasta el final y se ha convertido en un mártir más, en la última victima de la represión fascista de Castro. Su muerte debería haber despertado algunas conciencias, debería haber servido para que todos, pero especialmente los demócratas, entonaran el ¡basta ya!, pero muchos, demasiados, han optado por un silencio cómplice y cobarde.
Vimos al presidente Zapatero ponerse de perfil durante su intervención en la sala de los derechos humanos en la ONU y, aunque luego reflexionó, y 24 horas después hizo lo que debía: pedir la liberación de todos los presos políticos en Cuba, su papel en esta historia ha tenido mas oscuros que claros. Vimos a Lula da Silva dándose achuchones obscenos con el clan mafioso de los Castro el mismo día que moría Zapata, como si la cosa no fuera con él y hemos visto la reacción bochornosa del infame Raúl intentando revestir de dignidad a su cruel dictadura. La muerte de Zapata ha desatado una nueva ola de represión en la isla, se han realizado arrestos selectivos y se ha impedido a los opositores acudir al velatorio.
Las Damas de blanco, esas mujeres valientes, símbolo de la lucha por la libertad están siendo permanentemente hostigadas, pero no pasa nada. Mientras haya demócratas, de esos de moqueta y carnet que sigan sin entender que todas las dictaduras son iguales, sean de derechas o de izquierdas, no habrá nada que hacer. Descansa en Paz Orlando Zapato Tamaya. Solo tu madre llorará tu muerte.