Hoy se cumplen cinco años de la invasión y ocupación de Irak por tropas norteamericanas. La guerra -que sigue abierta- fue declarada bajo dos premisas que se han revelado falsas. Sadam Hussein ni tenía armas de destrucción masiva, ni mantenía conexiones con la organización terrorista Al Qaeda. Washington ha conseguido acabar con Sadam Hussein, controlar la producción de petróleo del aquel país musulmán y hacer todavía más ricas varias compañías de servicios relacionadas con Dick Cheney, vicepresidente de los EE.UU.
El resto de los objetivos proclamados en su día por Georges Bush para justificar la invasión han fracasado: Irak no es una democracia, el terrorismo no ha sido eliminado, el mundo no es más seguro y Al Qaeda y sus franquicias terroristas han convertido la invasión de Irak en pretexto para argumentar nuevos atentados. Cada vez que George W. Bush, Anthony Blair o el ex presidente del Gobierno de España José María Aznar hablan y justifican la ocupación de Irak, se olvidan de los quinientos mil iraquíes que hoy estarían vivos de no ser por la frivolidad política con la que estos tres personajes manejaron una situación tan compleja como la derivada de los atentados del 11-S en Nueva York.
Tengo para mí que la posteridad les juzgará con dureza; también creo que les trae sin cuidado el juicio de la Historia. Es demasiada la soberbia acreditan como para reparar en el "pequeño detalle" que supone el sacrificio de cientos de miles de vidas ajenas.
Fermín Bocos.