MADRID 6 Oct. (OTR/PRESS) -
La detención de una veintena de miembros de la ilegalizada Batasuna -brazo político de la ETA- es una noticia extraordinaria. Extraordinaria en todas las acepciones de ésta palabra. Lo es por el número de personas arrestadas y porque desprende un inequívoco aroma de oportunismo político-judicial. Todo el mundo dentro y fuera del País Vasco sabía que Batasuna, pese estar ilegalizada, seguía actuando como correa política de transmisión de la banda terrorista. Era el secreto de Polichinela que sólo parecían ignorar el señor Zapatero, la Fiscalía del señor Conde Pumpido y mismo el magistrado, Baltasar Garzón, que ahora es quien lleva el peso de la acción contra los escolios políticos de la banda.
Durante el período de alto el fuego "permanente" -¡vaya sarcasmo!-, los ahora detenidos Otegi, Permach y Echevarría estuvieron meses hablando con los dirigentes socialistas vascos Eguiguren, López y Ares; el mismo Rodolfo Ares que en un alarde de coherencia salió ayer a los medios a decir que la detención de la plana mayor de Batasuna era una prueba del buen funcionamiento del Estado de derecho.
¿Buen funcionamiento? ¿Por parte de la Fiscalía? ¿Funciona? ¿Cuándo funciona? ¿Cuando le conviene a quien está en el poder? ¿Por qué ahora sí y durante los tres últimos años no? ¿Porque están cerca las elecciones de marzo? ¡Qué país!
Fermín Bocos.