MADRID 11 Oct. (OTR/PRESS) -
Más que una venganza por la detención hace unos días de los epígonos de la ilegal Batasuna, tengo para mí que el atentado de Galdácano -en el que resultó herido de gravedad el señor Gabriel Ginés, escolta del concejal socialista Juan Carlos Domingo- tiene todas las trazas de ser un aviso de la ETA al Gobierno y a su partido; un aviso criminal, pero tasado.
Las circunstancias en las que se ha producido el atentado parecen indicar que se ha tratado de un aviso colateral a un Gobierno y un partido (el PSOE) que hasta hace poco pese al atentado del 30 de diciembre en Barajas, todavía defendían la conveniencia de mantener puentes abiertos con la banda terrorista y sus heterogéneas terminales políticas
Es verdad que en las últimas semanas ha cambiado la disposición de la Fiscalía en los casos relacionados con el terrorismo. También es cierto que se ha incrementado el número de detenciones de presuntos o demostrados terroristas pero todo esto acontece en un marco político impregnado por el aroma de los sondeos y encuestas sobre intención de voto; un ambiente políticamente exacerbado por la cercanía de las cercanas elecciones generales que se celebrarán en marzo.
Los dirigentes de la banda terrorista lo saben y el atentado -selectivo- es su criminal forma de participar en la campaña. Una análisis superficial de lo ocurrido induce a pensar que el atentado contra es la prueba de que el Gobierno del señor Rodríguez Zapatero ha roto todos los puentes que construyó con el entorno de la banda. Otro más profundo matizaría mucho la primera interpretación. En política las cosas no siempre son lo que parecen. Hay que recordar que en relación con la lucha antiterrorista el señor Rodríguez Zapatero está aquejado de presbicia, actúa como si viera lo que está lejos pero no lo que tiene cerca.
Hace unos días, cuando le preguntaron si, caso de ganar las elecciones, volvería a intentar el diálogo con los terroristas, contestó que su deber era "buscar la paz". Seguro que los "etarras" tomaron nota. Ese tipo de declaraciones son las que inoculan en el ánimo de los terroristas la idea de que por el camino de las componendas políticas sus crímenes acabarán en el olvido. Por eso miden sus zarpazos.
Fermín Bocos.