MADRID 6 Mar. (OTR/PRESS) -
La derecha ha descubierto la calle. Fraga la quiso hacer suya en los tiempos convulsos de la transición -y no lo consiguió- y Rajoy quiere convertirla en el crisol de todos los descontentos que quieren acabar con Zapatero. A falta de presencia complaciente en los grandes periódicos de la época, a lo largo del siglo XX, la izquierda encontró en la calle el altavoz para hacer llegar su palabra la sociedad. En España, hasta hace poco, para la derecha la calle era la concentración ominosa, la huelga, la algarada temida, la multitud espesa y amenazadora que ponía en peligro el bienestar de quienes vivían en la Torre de Marfil.
Las grandes transformaciones de Europa nacieron en la calle. La "Marcha sobre Roma" llevó al fascismo al poder en Italia y en las calles de San Petersburgo los cosacos de la Guardia pasaron a sable a los desheredados del pope Galpón. Aquella sangre fecundó la tierra y acabó abatiendo las puertas del Palacio de Invierno. En el siglo XX el poder se disputó en la calle; en el XXI la tendencia es a preservarlo manipulando a la opinión pública a través de la televisión. De ahí el valor simbólico -y la disputa- por anunciar la cifra de participantes en las manifestaciones. El PP anuncia que sacará a sus masas a la calle para exigir al Gobierno que revoque la excarcelación del terrorista Ignacio de Juana. El cálculo de Rajoy es transformar la indignación que ha provocado tal medida en ariete electoral. Piensan que el "caso De Juana" pude tumbar a Zapatero. Y quieren gritarlo en la calle. El Gobierno hace como que no está preocupado, pero teme esa manifestación porque el instinto de la izquierda le dice que tarde o temprano la calle acaba ganando. Ocurrió con las manifestaciones contra la guerra de Irak ,que hicieron grande a Zapatero. Rajoy lo sabe y por eso quiere que la calle sea suya. Tampoco ignora que es su última oportunidad porque a un año de las elecciones generales a Zapatero apenas le resta margen para cometer más errores.
Fermín Bocos.