MADRID 16 Oct. (OTR/PRESS) -
Los italiano6s nunca dejan de sorprendernos. Los del Norte siguen cuestionado el sueño de Garibaldi y los del Sur todavía no han conseguido enterrar el siglo XIX y con él la cultura tribal de las familias y las 'vendettas', pero, pese a todo, Italia va bien. Va mucho mejor que sus, por lo general, efímeros gobiernos. Al margen de la política hay vida vigorosa y emprendedora. Algunas de las mejores y más rentables empresas del mundo son italianas.
Otro tanto ocurre con los creadores: desde la moda, al diseño industrial, pasando por el automóvil. En ocasiones esa fuerza creativa la llevan también al mundo de la política, como es el caso de una iniciativa del Parlamento que se ocupa de un problema en el que nadie había reparado hasta la fecha: el peso, por lo general, excesivo -incluso abrumador- de las mochilas escolares. ¡Por fin! alguien se ocupa de un problema real con el que llevan cargando los niños italianos -y los del resto del mundo occidental- desde que hace años se impuso la absurda moda de convertirlos en acémilas cargando todos los días con todos los libros para llevarlos desde el colegio a casa y de casa al colegio.
Un kilo por año como peso máximo es la norma que quiere imponer el legislador. Doce años, doce kilos de libros. Es un paso dado en la buena dirección, aunque a lo mejor habría que rebajar dicho peso porque a los nueve, diez u once años, hay niños para los que incluso un peso de nueve, diez u once kilos, es mucho. Pese a todo, tengo para mí que es una iniciativa encomiable que habría que copiar en España. A ver si entre bronca y bronca, nuestros políticos encuentran un minuto y se acuerdan de los más pequeños antes de que el peso de las mochilas escolares acabe con la próxima generación de españoles.
Fermín Bocos