MADRID 9 Ene. (OTR/PRESS) -
El presidente del Gobierno está desconcertado. Zapatero parece que todavía no se ha hecho a la idea de que la dirección de la banda terrorista le ha engañado. Tardó tres días en acudir a Barajas, seis en reunir el Gabinete de crisis para afrontar la inquietante novedad que supone la quiebra del "alto el fuego" por parte de la ETA y nueve en citar en La Moncloa al jefe de la oposición. Se diría que está a la espera de que la banda terrorista ponga por escrito su versión del por qué del atentado. Por eso ha desmentido a Pepe Blanco cuando éste, en un rasgo de honestidad intelectual que le honra, acabó por admitir que el Gobierno andaba falto de información.
Decir sin cámaras ni micrófonos que los asesinatos de la T-4 suponen el "punto y final" al proceso -seguramente quiso decir "punto final"-, no compromete noticia alguna respecto de la estrategia que piensa seguir a partir de ahora en la lucha contra la organización terrorista ETA. Zapatero quiso ser el centro de todas las miradas en relación con el denominado "proceso" y en función de tanta suficiencia es justo que ahora deba pechar con la responsabilidad política que apareja el fracaso de una estrategia diseñada sobre una falta de información que se ha revelado temeraria.
En el balance de la lucha contra la ETA, estamos peor que antes del "alto el fuego". Y no lo digo por el robo de las pistolas y la disminución de la presión policial que seguramente ha sido aprovechada por la banda para reorganizarse. Me refiero a que el asesinato de los pobres Palate y Estacio, también se ha llevado por delante la esperanza. El encuentro en La Moncloa con Mariano Rajoy es un paso interesante, pero tiene una gran componente mediática. Esta semana toca invocar y hablar de la unidad de los partidos democráticos. Es la cuña que introduce el ministro Rubalcaba, dueño de un discurso que hasta el atentado era menos proclive a este tipo de obviedad. Está bien que ahora se reconozca lo que el Gobierno antes no cultivó, pero tengo para mí que las llamadas a la unidad resultarían más creíbles si Rodríguez Zapatero desautorizara a Patxi López quien en una pirueta que le puede llevar al libro de los "récords" ha decidido acudir a una manifestación que convoca el "lehendakari" Ibarretxe ("Por la paz y el diálogo"), pese a estar en contra del lema y de la oportunidad de celebrar la mencionada demostración.
Si como dice la experiencia, es la adversidad la que pone a prueba el liderazgo, tengo para mí que en España, en relación con el asunto capital que nos ocupa, es mayor la adversidad que el liderazgo.
Fermín Bocos.