MADRID 13 Nov. (OTR/PRESS) -
Cien mil millones de euros han invertido las empresas españolas en Iberoamérica. Bancos, petróleo, gas, electricidad -generación y transporte-, gestión de aeropuertos, cadenas de ropa, armas, medios de comunicación, cadenas hoteleras... Tras los Estados Unidos, España es el primer inversor en aquel continente. Hemos pasado de exportar emigrantes ("los gallegos" del argentinismo), a recibirlos: más de medio millón de ecuatorianos, trescientos mil peruanos, otros tantos bolivianos, dominicanos, etc. Por supuesto que también hay venezolanos trabajando aquí. Amén de Historia, idioma, cultura y, en muchos casos, religión, es mucho, muchísimo, lo que compartimos con los ciudadanos de la mal llamada América latina. Tanto que cualquier pelea, cualquier bronca, cualquier discrepancia, es, a la postre, una pelea de familia.
Por eso, al incidente de Santiago de Chile -en el que el Rey Don Juan Carlos mandó callar al presidente venezolano Hugo Chávez- hay que darle la importancia que tiene pero sin exagerar las consecuencias. En toda familia hay un bocazas, incluso un loco, y en este caso ése es el papel del golpista Hugo Chávez. Sus salidas de tono son las propias de un histrión; de un tipo, incluso, grosero. Llegó al poder a través de las urnas, pero parece haber olvidado que antes lo intentó por la fuerza organizando un golpe de Estado -en tiempos de la presidencia de Carlos Andrés Pérez-.
Su última majadería ha sido llamar "golpista" al Rey de España. A tipos como él, lo mejor es no hacerlos ni caso. Cosa bien distinta es que al Gobierno español cumple la tarea de defender los intereses económicos de las empresas españolas que tienen inversiones en los diferentes países de Iberoamérica. Es la diplomacia la que ha de conseguir seguridad jurídica en aquellos países (Bolivia, Argentina, Ecuador), donde la arbitrariedad de sus respectivos gobiernos la pone en riesgo. Lo demás, lo de Chávez, a mi modo de ver no habría que darle más importancia. No hay semana sin lunes, ni familia sin loco.
Fermín Bocos.