MADRID 11 Ene. (OTR/PRESS) -
"Vendrán tiempos malos y nos volverán más ciegos". Teníamos delante la profecía de Ferlosio y no supimos darnos cuenta. Los terroristas pasan de Heráclito. El crimen político siempre se bañan dos veces en la misma sangre: la de los inocentes. Pese al comunicado sarcástico en el que los pistoleros anuncian que mantienen el "alto el fuego", el atentado de Barajas ha liquidado el proceso -llevándose por delante la perla de la estrategia antiterrorista del Gobierno-. Aunque el doble lenguaje de los encapuchados haya podido encender la imaginación de quienes pueden estar pensando que la banda ha dejado "una ventana entornada", lo sensato es pensar que Rodríguez Zapatero da por cerrado el asunto. Así lo ha remachado la vicepresidenta Fernández de la Vega y lo mismo le hemos oído decir al ministro Rubalcaba. El presidente del Gobierno habló el día del atentado de "suspender" el proceso y la ambigüedad del término elegido (o la torpeza al expresar la idea) ha dado pie a interpretaciones que están sembrando cizaña y confusión. A este respecto tengo escrito que Rajoy otea la pieza pensando en las elecciones, pero me parece que si exagera se puede llevar otro chasco como el del 14 M.
El lunes, en el Congreso, el señor Zapatero debería despejar cualquier duda al respecto. Tengo para mí que de su precisión a la hora de fijar los parámetros esenciales de la nueva política antiterrorista depende -entre otras cosas- que los ciudadanos se sientan defendidos o no por el Gobierno frente a los terroristas... y, que en las próximas elecciones, voten en consecuencia.
Fermín Bocos.