MADRID 30 Jun. (OTR/PRESS) -
Hay hombres (y mujeres, por supuesto) que llevan la política en la sangre y toda su vida y su mundo gira alrededor de esa circunstancia que forja en ellos una suerte de segunda naturaleza. Conozco a Rodrigo Rato hace muchos años y lleva la política en la piel. Así, a su vuelta de América es probable que durante algún tiempo dedique sus afanes a fortalecer cercanía con los suyos. La clave es saber cuánto tiempo. Después, tengo para mí que volverá a participar en la vida política nacional. He oído algunas tonterías acerca de la inopinada vuelta de Rato. Parece que en algunos ambientes del PP ha creado desasosiego. Sólo la mediocridad o las mezquindad puede inspirar comentarios mediáticos forjados en la fragua del recelo.
Rato es un político que tiene carisma. Su vuelta a la política supondría un plus de sentido común del que tan necesitado está la vida pública española. Ignoro cuáles puedan ser sus planes, qué relación vaya a establecer con Mariano Rajoy, presidente de su partido, y si tiene o no intención de volver a la primera fila antes de las próximas elecciones -que a mucho tardar serán en marzo-. Lo que si tengo por cierto es que el Rato que logró convencer a Aznar para que se entendiera políticamente con Pujol podría ser la pieza de la que ahora tan necesitado anda el PP para romper su peligroso aislamiento político. Con Rato el PP gana consistencia en el discurso político de centro derecha. Por eso le atacan los arbitristas mediáticos de la derecha que gustan de dictarle a Rajoy lo que puede hacer o dejar de hacer. Con Rato de vuelta a Génova, saben que perderían influencia sobre el sanedrín del PP. Por eso le atacan.
Fermín Bocos.