MADRID 27 Feb. (OTR/PRESS) -
Las encuestas son como minas marinas abandonadas a la deriva; una vez lanzadas, nunca sabe dónde o contra qué pueden explotar. La última del CIS -en la que suspende Zapatero y Rajoy queda por debajo de Llamazares-, está siendo muy comentada en los ambientes madrileños de la derecha. Comentada y aliñada con no pocos sarcasmos. Que en los momentos más bajos del presidente del Gobierno (tras el atentado de Barajas que dinamitó el "proceso de paz" y, de paso, la credibilidad del propio Zapatero: "...tengo la convicción de que el año que viene vamos a estar mejor", Rajoy siga estando peor valorado por los ciudadanos está haciendo qué pensar a muchos de sus partidarios.
No hay más que repasar los comentarios editoriales y las columnas de opinión de la prensa afín al PP para comprobar que está echando raíz el desencanto. Hay quienes le encuentran tibio y miran hacia Esperanza Aguirre y quienes le recuerdan el centro a la manera como Hermes alertaba a Ulises sobre los peligros que entrañaba la compañía de Circe. Cuando hace unos días le preguntaban por la posibilidad de llevar a Rodrigo Rato de compañero en el "ticket" electoral por Madrid, respondió a la gallega, pero la pregunta provocó un mar de miradas cruzadas entre el nutrido grupos de empresarios y magistrados que abarrotaban el salón en el que se celebraba uno de los desayunos de "Europa Press".
La última encuesta del CIS otorga significado a todas aquellas miradas. Aunque él no se presenta, tengo para mí que las municipales van a ser algo más que un "test" como líder de la derecha para el ciudadano Mariano Rajoy.
Fermín Bocos.