MADRID 22 Oct. (OTR/PRESS) -
No es a Elena Salgado -una mujer solvente en términos intelectuales- a quien hay que pedir cuentas sobre los Presupuestos. El libreto es de Zapatero. Por eso, en rara coincidencia, durante el debate, contra él, se levantó la derecha, el centro y la izquierda del Congreso.
El problema de la vicepresidenta Salgado no procede tanto de su limitada oratoria parlamentaria como en lo indefendible del discurso económico que envuelve el proyecto de Presupuestos que presenta el Gobierno. Embalsamar, sería la palabra exacta, puesto que de un cadáver presupuestario estamos hablando dado que sus previsiones van muy por detrás de la realidad. Rajoy se paseó sobre el discurso de Salgado -no es economista, pero es mejor dialéctico que la vicepresidenta-, pero, quien, a mi modo de ver, dio con el mejor diagnóstico fue Durán Lleída. Dice que si una familia tiene previsto gastar el doble de lo que espera ingresar va hacia el desastre.
Pues exactamente eso es lo que ha previsto el Gobierno para el año que viene. Entre Zapatero y Cándido Méndez -el cuarto vicepresidente según feliz insidia dialéctica muy en boga- han cocinado los Presupuestos en la esperanza de que cuando la crisis escampe en los Estados Unidos aquí suceda otro tanto. Desde la derecha a la izquierda, pasando por Durán que es el centro, todos coincidieron en que esperar a conocer el parte meteorológico de Washington no resolverá nuestro problema, porque en España la crisis tiene causas específicas. La primera de todas, el ladrillo; la segunda, la hibernación del crédito, la falta de confianza en las medidas del Gobierno.
A partir de ahí, el dilema: subir impuestos para poder pagar los subsidios de desempleo o bajarlos -o congelarlos- para dar un respiro a las empresas y que puedan crear o mantener los puestos de trabajo. Zapatero y Méndez (por boca de Salgado), han optado por la primera vía. El Gobierno sacará adelante los Presupuestos con los votos de un PNV instalado en su proyecto independentista y, por lo tanto, ajeno a los problemas reales de los españoles. "Vencerán pero no convencerán", Unamuno, siempre tan actual.