MADRID 20 Mar. (OTR/PRESS) -
Tal y como se están poniendo las cosas es fácil ver que vamos a tener las elecciones municipales y autonómicas más politizadas de la últimas década. Está claro que Rajoy quiere convertirlas en "primarias", en una primera vuelta de las generales. A diez semanas de los comicios, todo el discurso de los dirigentes del PP está orientado a conseguir que el próximo 27 de mayo, en el juicio de los ciudadanos pese más el "caso de Juana" y el futuro de Navarra que la opinión acerca de la actuación de los consistorios y gobiernos autonómicos.
Con Esperanza Aguirre en todas las quinielas sucesorias, Rajoy sabe que lo que se juega es su futuro político. A la vista del desasosiego que provoca en ése mundo la orfandad de poder, no hace falta tener carné de profeta para saber que si pierde, Rajoy no volverá a ser el candidato del PP a La Moncloa.
De ahí su discurso. Un discurso de invalidación de la persona y obra de Rodríguez Zapatero. Todo lo hace mal, nada se salva. Da lo mismo que las grandes rúbricas de la economía estén aplomadas. De eso ni se habla o si se menciona es para atribuirse el mérito con carácter retrospectivo evocando a un Rodrigo Rato quien -él sí- ha reconocido que lo que hizo cuando era vicepresidente con Aznar fue seguir el camino que había trazado Solbes. Claro que Rato no es Rajoy. Con esa ventaja cuenta Zapatero.
Fermín Bocos.