Actualizado 27/01/2007 01:00

Fernando Jáuregui.- El aznarazo

MADRID 27 Ene. (OTR/PRESS) -

Los cronistas políticos estamos recuperando la vieja jerga. Antes, los periodistas hablábamos del 'gironazo', del 'adolfazo', del 'carrillazo' o del 'felipazo' cuando queríamos referirnos a un discurso flamígero y esperado por parte de algún connotado líder político, bien de la derecha o de la izquierda. Era como un manifiesto lanzado a los cuatro vientos, a veces con cierto tinte amenazador. Y es que los políticos de raza, cuando preparan sus truenos, allanan antes el terreno. Ayer, por ejemplo, se hablaba del 'aznarazo', porque todo discurso incendiario de José María Aznar, como el de San Sebastián, donde este viernes se honró la memoria de Gregorio Ordóñez, asesinado allí hace doce años, provoca un impacto en la opinión pública.

El Gobierno, que está atemorizado, un poco contra las cuerdas, estaba aprensivo ante este acto. Porque temía que los titulares fuesen acaparados por José María Aznar (cosa que seguramente tampoco gustará demasiado a Rajoy. Pero ese es otro tema). Al Ejecutivo le ha salido mal, aunque tiene que componer el rostro, la 'operación De Juana Chaos'; ahora, dicen, está -estamos- esperando las reacciones que la decisión de la Audiencia Nacional, que era por cierto la decisión más lógica, vaya a provocar entre los salvajes de la 'kale borroka' y entre los asesinos etarras. El ministro del Interior está bajo mínimos, lo mismo que todo el Ministerio. Los demás miembros del Gobierno, desaparecidos en combate. Hay indicios de serias fricciones entre la vicepresidenta y Rubalcaba, como las hubo -¿están del todo recompuestas las relaciones?- entre Fernández de la Vega y Zapatero a cuenta de la desastrosa 'operación alcaldía de Madrid'.

Todo acercamiento ahora entre PSOE y PP parece dificilísimo, por decir lo menos: se avecinan días de franca discordia, como la que generará, si nadie lo remedia, la manifestación prevista para el próximo 3 de febrero. Cierto que la política hace extraños compañeros de cama, pero en este cuarto de hora la verdad es que el entendimiento entre Zapatero y Rajoy, que tan importante sería para tantas cosas, se muestra complicado. El líder del PP está más seguro que nunca de que el poderío socialista hace agua, y se crece en su tozudez del 'no a todo'. Y es que, en la marea monclovita, el timonel está desconcertado -que aún no, como algunos quisieran, noqueado- el barco anda sin rumbo y la tensión política empieza a mascarse en la calle, no sólo en los despachos y en los cenáculos madrileños.

Lamento escribir todo esto al comienzo de un fin de semana que teóricamente ha de ser de descanso entre batallas, pero así están, entiendo, las cosas. Abran los paraguas que viene, con el 'aznarazo', que supone bastantes rencores, pero, sin duda, tiene su carga de razón en los diagnósticos, una cierta borrasca.

Fernando Jáuregui

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