MADRID 29 May. (OTR/PRESS) -
Algo tendrá que hacer. Porque, la verdad, de alguna manera ha perdido las elecciones, que no eran municipales y autonómicas, sino primarias, por decisión de ambos, de él, Zapatero, y, sobre todo, de su opositor, Rajoy. Que, si no ganó en este primer duelo al sol, con escenario municipal y autonómico, tampoco lo perdió, desde luego.
Unas elecciones, en un país democrático, también están para sacar conclusiones. Tanto los votantes como especialmente los votados. Mal haría Zapatero creyéndose lo que le dicen los aduladores: que no ha pasado nada, que el PP ha perdido poder territorial, que es un empate técnico, que no son lo mismo unas elecciones como éstas, regionales y locales, que las generales de marzo (si es que son en marzo, claro).
Contra lo que aseguran aquellos a quienes no conviene que algo cambie, ni siquiera para que todo siga igual, sí ha pasado algo; está pasando bastante, y bien harían Rajoy y ZP en extraer algunas lecciones valiosas. El primero, por ejemplo, tiene que saber y hacer saber a los suyos que no podrá gobernar España sin el concurso de los nacionalistas, con lo que ya puede ir moderando el tono respecto de algunas cuestiones, incluyendo el 'proceso' de paz con ETA. El segundo. Bien, hay que decirlo: Zapatero está experimentando un desgaste casi sin precedentes en sus dos antecesores, Aznar y Felipe González. Ellos tardaron bastante más tiempo en comenzar el descenso.
El discurso zapateril no puede seguir siendo el de la mirada hacia la memoria histórica, el del ataque sin más al PP -que no, que no es franquista; además, muchos de los nuevos votantes del partido de la oposición ni siquiera saben muy bien quién era Franco-, el del autoelogio y el de 'mirad lo bien que va España gracias a mí'. La campaña moderada y demoledora de Rajoy fue mejor que la suya, y encima sin plomo en las alas derivado del 'caso De Juana', de la concurrencia a las elecciones de Acción Nacionalista Vasca, y también sin Conthe, sin Miguel Sebastián. Eso es así, aunque el PP tuviese asimismo su propio lastre, como el 'culebrón Fabra'.
El mago Zapatero tendrá que sacar algún conejo de la chistera, entretenernos -al menos, entretenernos- hasta llegar a las elecciones generales. Un poco de crisis de gobierno, quizá, deshaciéndose de las figuras más impopulares. O acaso alguna idea nueva para la renovación democrática, como prometer candidaturas desbloqueadas. Hasta podría anticipar la disolución de las cámaras legislativas, aunque sus asesores no le recomiendan ni mucho menos que adelante unas elecciones en tiempo de incertidumbre. Porque incertidumbre es lo que hay ahora, cuando ponemos rumbo a este mes de junio, que políticamente será tremendo.
Fernando Jáuregui.