Actualizado 19/12/2007 01:00

Fernando Jáuregui.- No te va a gustar.- Gran coalición... ¡O no!

MADRID 19 Dic. (OTR/PRESS) -

Dice Rajoy, preguntado sobre una posible 'gran coalición' con el PSOE tras las elecciones: "no me cierro a ninguna posibilidad". Lo dice tras haber lanzado varias ofertas a los socialistas para que, tras los comicios del 9 de marzo, lleguen con el Partido Popular a varios acuerdos puntuales, se supone que duraderos para toda la legislatura 2008-2012: derrota del terrorismo, modelo territorial (incluyendo una reforma constitucional que abarque al Título VIII), política exterior y estado de bienestar (incluyendo un consenso sobre educación).

Parece razonable este planteamiento de acuerdos, que no tienen por qué implicar una gran coalición, aunque sí un compromiso serio. Es un esquema aún necesariamente vago, apenas un diseño de futuro se supone que atendiendo a algo que resulta patente analizando los sondeos: los españoles no quieren peleas por un quítame allá esas pajas y buscan soluciones estables a los grandes retos. Lo cual no tiene por qué amenazar ni al juego gobierno-oposición ni al papel que, en su terreno, pueden jugar los nacionalismos. Y al papel que, desde luego corresponde a Izquierda Unida, responsable de corregir no pocas desviaciones en la izquierda.

Pero ahora no resulta fácil construir la reforma constitucional y de la normativa electoral, fortalecer la Corona y llegar a cuerdos en materia de seguridad social, política exterior o educación, por poner solamente algunos ejemplos, ni con los nacionalistas vascos, que tienen planteada una consulta de autodeterminación, ni con los catalanes, lanzados -por culpa básicamente de los incumplimientos de La Moncloa- a una radicalización casi soberanista. Por las mismas razones, agravadas, resultará aún más difícil mantener acuerdos de gobierno con una fuerza independentista y republicana como Esquerra Republicana de Catalunya, que muy legítimamente reivindica sus programas, pero que no debería seguir como co-gobernante cuando lo que se plantea es el fortalecimiento de Estado.

Por todo ello, debo reconocer que me parecieron bastante serios y atinados los planteamientos de Mariano Rajoy este martes en un desayuno multitudinario, organizado por Europa Press, en el que desgranó algunos de los principios del que será el programa electoral de los 'populares'. Pienso que quien tienda la mano al adversario para poder cumplir muchos de estos principios tendrá no poco ganado: es la hora, como dijo el ya casi ex presidente del Congreso de los Diputados, Manuel Marín, de pensar con grandeza. Lástima que anécdotas como si Ruiz Gallardón debe y puede finalmente figurar en la candidatura electoral de Madrid, ensombrezcan, aunque puedan dar lugar a rifirrafes más o menos divertidos, el debate más de fondo.

Ignoro si la fórmula idónea para el post-9 de marzo sería un pacto de legislatura, de media legislatura -disolviendo las cámaras a los dos años para reformar la Constitución y proceder al referéndum que ordena el artículo 57, igualando al hombre y la mujer en la sucesión a la Corona--, un acuerdo de consensos puntuales o incluso un gobierno de concentración que englobase a socialistas y populares. Los resultados electorales pueden decidir las modalidades, aunque, hoy por hoy, los socialistas parezcan menos proclives que el PP a llegar a grandes pactos.

De lo que sí estoy seguro es de que los españoles están hartos de que nuestra clase política, atizada por cierta clase mediática, no busque sino detalles diferenciadores para sacudirse de lo lindo. Eso, ahora, enfrentados a los retos a los que estamos enfrentados, sería hacer baja política. Lástima que la campaña electoral imponga a corto plazo el garrotazo y tentetieso. Pero después de las urnas ya no habrá excusa para la pelea por la pelea. Nos jugamos mucho.

Fernando Jáuregui.

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