MADRID 25 Sep. (OTR/PRESS) -
Desde que existen las hemerotecas, los micrófonos e Internet, las palabras no se las lleva el viento. Quedan impresas, registradas, para orgullo de adivinos y oprobio de quienes erraron en sus predicciones. Dicen que nadie resiste a las hemerotecas, porque todo personaje público, y no tanto, han (hemos) dicho o escrito alguna bobada, no pocas demasías, ciertas cuestiones que resultaron inexactas.
Vivimos ahora en el galopar del desenfreno verbal. Será cosa de los tiempos. Pero qué duda cabe de que la Historia acabará pasando factura a nada menos que un Jordi Pujol, que llama a la insumisión fiscal contra 'España'. O a Joan Puigcercós, que asegura que España es "un lastre" para Cataluña. Y, si logra recordarla, esa misma Historia registrará que la presidenta de Eusko Alkartasuna, que es una señora que se llama Begoña Errazti, logró al fin su cuarto de hora de protagonismo al decir que, si no se concede a Euskadi el derecho de autodeterminación "no nos va a quedar más remedio que la desobediencia" (¿a quién?¿en qué?).
La política no es el arte de la amenaza, ni del chantaje, ni el de a ver quién tira la piedra más lejos. No debería serlo, quiero decir. Más realizaciones, más seriedad en los planteamientos y en los debates -porque todo se puede, y se debe, debatir_ y menos juegos florales con espinas, no vaya a ser que todos quedemos lastimados en medio del palabrería de grueso calibre y nulo talento con el que algunos disparan, nos disparan.
Fernando Jáuregui.