Actualizado 12/04/2007 02:00

Fernando Jáuregui.- ¿Podría este hombre llegar a presidente del Gobierno?

MADRID 12 Abr. (OTR/PRESS) -

Los políticos suelen ser malos escritores de libros, deficientes redactores de artículos periodísticos y peores mantenedores de blogs: se los hacen otros y todo queda tantas veces en textos descafeinados, ortodoxos, que se resumen en algo así como un conjunto de mítines edulcorados. La falta de ideas verdaderamente originales suele ser la pandemia en este tipo de trabajos. No es el caso del recién aparecido volumen 'Entre una España y la otra', del dirigente de Unió Democrática de Catalunya Josep Antoni Duran i Lleida, que siempre me ha parecido un miembro atípico de nuestra clase política.

Lo conozco desde hace bastante, y he tenido que seguir su trayectoria desde mi perspectiva de periodista. Jamás llegué a intimar con él porque, primero, pienso que tal intimidad entre los informadores y sus fuentes no suele dar buenos resultados y, segundo, la frialdad congénita de Duran aleja cualquier intento de acercamiento. Pero siempre pensé que este hombre, aliado incómodo de Convergencia Democrática de Catalunya, socio pegajoso para Jordi Pujol, democristiano en el sentido más democristiano de la palabra, era un ejemplar curioso para lo que constituye la media de nuestra clase política.

Ahora, Duran (y su socio y teórico jefe de coalición, Artur Mas) está especialmente de moda, sobre todo una vez que este martes, desenvuelto y rodeado de un ambiente partidario que le hacía ser optimista, Mariano Rajoy dejó entender que, si obtiene más escaños que el PSOE en las próximas elecciones generales, llegará a gobernar porque tendrá las alianzas necesarias. Y ¿con quién sino con los nacionalistas catalanes y con alguna adherencia menor, como Coalición Canaria, podría contar Rajoy para abandonar su actual soledad y llegar a La Moncloa?

Por eso, el siempre apetitoso grupo parlamentario catalán, bisagra imprescindible para quienes no alcancen la mayoría absoluta (y esa mayoría está desde ya prácticamente descartada, tanto para el PP como para el PSOE en las próximas elecciones generales), se halla de nuevo en todos los puntos de mira. Especialmente ahora que las encuestas (y la mala marcha del proceso negociador con ETA) dicen que la gobernación podría llegar a desgastar a los socialistas más rápidamente de lo que ellos desearían, quién sabe si a favor de la opción de los 'populares', que, por otro lado, tampoco es que avancen tanto como necesitarían, ni mucho menos.

Pero, suponiendo que se diese el caso, ¿llegarían Mas y Duran i Lleida, quién sabe a cambio de qué ministerios, a pactar con un PP con el que han reiterado hasta la saciedad que jamás suscribirán acuerdos, a la vista de la posición de Rajoy y su partido sobre el Estatut catalán? En política ya se sabe que solamente hay dos certezas: que hace extraños compañeros de cama, como dijo Churchill, y que, cuando de políticos se trata, cuando dicen "jamás" quieren decir "hasta esta misma tarde", según el genial hallazgo de aquel cínico brillante que fue el conde de Romanones. Todo lo demás, hay que ponerlo en tela de juicio, como bien sabemos los que nos dedicamos a mirar, desde fuera, lo que va ocurriendo.

Hay una tercera posibilidad, admito que hoy por hoy bastante remota, aunque factible: que, a cambio de su apoyo a una u otra opción, los nacionalistas catalanes pidan ni más ni menos que la presidencia del Gobierno central. Hipótesis, ya digo, lejana, pero no imposible. Ha habido varios alcaldes de grupos minoritarios y hoy existe un presidente autonómico que es el jefe del tercer partido más votado. En ese caso, Duran no se conformaría con esa cartera de Exteriores que siempre se le ha atribuido y que tantas veces se le ha escapado de las manos: habría de ser él quien encarnase esa posibilidad, dado que su perfil es menos 'nacionalista' y más 'internacional' que el de Mas. Ahí entraría de rondón esa 'tercera España', que como superación de las dos españas machadianas, nos propone Josep Antoni Duran i Lleida en su libro.

Permítanme una confesión personal. Hace veinte años, me atreví, medio en broma, a decirle a Duran: "tú acabarás, en Madrid, de presidente del Gobierno". Me miró incrédulo, pero me parece que aquella música ni le disgustó del todo ni la letra le pareció completamente irrealizable. Días atrás, ante la que está cayendo, me atreví a repetir la hipótesis en una tertulia de radio. Una compañera tertuliana me miró como si estuviera loco: "¿cómo va a ser presidente de un Gobierno español alguien que no se siente español, como Duran?". Quizá para responder a esa pregunta hay que leer el libro que comento: porque Duran sí se siente español, aunque no esté instalado, como tantos, en una de esas dos españas que no tienen por qué ser las únicas y sí, en cambio, tienen que ser urgentemente superadas. Y es que el hecho de ser catalán no tiene por qué constituir un obstáculo insuperable para gobernar en todas las españas. ¿O sí?

Fernando Jáuregui

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