MADRID 29 Nov. (OTR/PRESS) -
Todavía oiremos hablar bastante de la 'estrella política' del momento, Magdalena Alvarez, ministra de Fomento, aunque me cuentan que le han pedido 'perfil bajo' en sus declaraciones, lo cual es algo, el perfil verbal bajo, que no estoy seguro de que la ministra sea capaz de mantener. Sus asesores insisten en que es todo un record ambulante: lo veremos cuando, a finales de diciembre, empiecen a inaugurarse líneas del AVE. Y, desde luego, la ministra-eficacia (así llamaban a un antecesor lejano suyo, Federico Silva Muñoz) va a seguir inaugurando tramo de autovía tras tramo de autovía de aquí a finales de año, que para eso están las precampañas electorales. Un ministro de Obras Públicas, o de Fomento, es siempre personaje controvertido. Y popular. Lo comprendió pèrfectamente Manuel Fraga, que, siendo ministro de otra cosa (de Información y Turismo) se hizo célebre por, entre otras cosas, inaugurar paradores. El titular de esta cartera que permanece de incógnito es un mal ministro de la cosa, que exige un algo de faraonismo (sí, Ruiz-Gallardón hubiese sido un gran ministro de Fomento, porque ama las obras más que nadie). Yo creo que Magdalena Alvarez es una buena ministra y una mala ministra. Me explico: contra lo que pueda parecer, ha toreado con bastante soltura a ese morlaco que consiste en gastar los presupuestos en obra pública. Cierto que ha habido baches con el AVE a Barcelona, pero eran, en buena parte, heredados. Y la verdad es que ha sido capaz de emprender muchas tareas de manera simultánea, lo cual en ocasiones es garantía de embarullamiento. Pero hay otro aspecto en la tarea de un ministro en el que Magdalena Alvarez ha fallado, está fallando, estrepitosamente: a la hora de vender su gestión. Por su desfachatez verbal y su falta de corrección en el trato a la oposición, a los periodistas, a los viandantes, se ha convertido en el pinpanpun de los titulares periodísticos, y un miembro del Gobierno, de cualquier Gobierno, ha de tener respetabilidad ante todo y sonrisas para todos. Que ser ministro no es solamente batir records de carreteras asfaltadas y catenarias instaladas. Magdalena Alvarez también bate records negativos en el aspecto humano de su gestión, y eso ya no es cuantificable. Pero a Zapatero, el obsesionado por los talantes, le sirve, eso sí, de pararrayos: 'Maleni' se lleva todas las antipatías y todas las chacotas.
Fernando Jáuregui