MADRID 10 Dic. (OTR/PRESS) -
A nuestra clase política le ha entrado una sarkomanía, enfermedad consistente en fotografiarse en actitud especialmente cariñosa con el presidente francés, de manera que algo aproveche al político local la 'photo opportunity' con el carismático vecino, siempre dispuesto a echar una mano, ya sea trayendo azafatas desde Chad o cooperando todo lo que no lo hicieron ni Giscard ni Mitterrand -ni, en ocasiones, Chirac_ en la lucha contra ETA. Y, así, Zapatero ha logrado copar una vez más las portadas con su imagen dando amables cachetitos al presidente galo, que se deja hacer. Y Rajoy trata de comprometerlo para que venga a la campaña electoral del PP (que seguramente sí lo hará). También el Rey acudirá esta semana al Elíseo para, en encuentro privado, almorzar con quien ya empieza a ser llamado 'le roi Sarko'. Porque el presidente francés, mientras lo es, es más que un jefe del Estado convencional, más que un rey constitucional, y hay que estar a bien con él, sobre todo si eres un responsable público del vecino del sur.
Me parece fascinante la figura política de Sarkozy, un hombre hecho de ambición, de dinamismo y, probablemente, de oportunismo. Pero la política es oportunista y, en todo caso, es él quien tiene la sartén europea por el mango. Aseguran que a Rajoy le gusta poco aparecer cerca de Sarkozy para evitar comparaciones. Y que a Zapatero, por el contrario, le gusta mucho, sobre todo para evitar que luego digan que el verdadero aliado del 'roi' de Francia es su correligionario Rajoy. Tengo para mí, no obstante, que la imagen más convincente del acercamiento hispano-galo será la del encuentro entre los dos 'reyes' o jefes de Estado, el de España y el de Francia. Nunca se vio con mayor claridad el papel de Don Juan Carlos en la vida diplomática que con esta visita 'de agradecimiento' a París. Porque es bien verdad que, hoy por hoy, a Sarkozy los españoles tenemos algunos motivos para estarle agradecidos.
Aseguran que, en su reciente encuentro con el venezolano Hugo Chávez, Sarkozy le pidió, en privado, más moderación a la hora de abordar algunas cuestiones de política internacional. Quizá pensaba el presidente francés en el contencioso que enfrenta a Chávez con España -no con el Rey, como él pretende-. En todo caso, a Francia y a Portugal, país también visitado hace pocas semanas por el venezolano, les viene bien ser tratados como 'socios preferenciales' por la petrolífera Venezuela, en detrimento de España.
Y ese va a ser, precisamente, otro foco noticioso en esta semana que comienza. Porque, dentro de las labores diplomáticas mediadoras de la Corona, se pretendió incluir al Príncipe, que se encontrará en las próximas horas con Chávez en Buenos Aires, con motivo de la toma de posesión de Cristina Kirchner como presidenta argentina. Un mal paso, sin duda, que Chávez pudiera estar tentado de aprovechar a fondo, desgastando la imagen del heredero del trono español. Menos mal que el propio gobierno de Zapatero parece haber dado marcha atrás y oficialmente ha limitado a un 'saludo protocolario' el encuentro entre quien será Felipe VI y el actual jefe del Estado de Venezuela: el futuro político de Don Felipe es, sin duda, mucho mejor y más largo que el del veleidoso y lenguaraz Hugo Chávez, que ha tenido el enorme desacierto de abrir demasiados frentes al tiempo.
Los temas diplomáticos, en cualquier caso, serán previsiblemente los que dominen esta semana prenavideña la escena, a la que comienzan a llegarle salpicaduras de esa campaña electoral cada vez mas próxima y que abrirá una nueva era en la vida política española.
Fernando Jáuregui