Actualizado 15/10/2007 02:00

Fernando Jáuregui.- La semana política que empieza.- El lehendakari 'baja' a Madrid

MADRID 15 Oct. (OTR/PRESS) -

¿Qué le dirá Zapatero a Juan José Ibarretxe cuando, este martes, se encuentren en La Moncloa? Aunque aún no conozco la parafernalia del encuentro, lo probable es que el lehendakari tenga a bien explicar a la prensa 'de Madrid' lo que él le diga al presidente, y lo que el presidente le responda. Y, aunque lo deseable sería que el propio Zapatero fuese quien narrase a los medios su intercambio de palabras con el jefe del Gobierno vasco, lo que seguramente ocurrirá será que alguien que no ha asistido al encuentro, como la vicepresidenta Fernández de la Vega o el secretario de Estado Moraleda, sea quien ofrezca a los periodistas la versión gubernamental.

En absoluto es baladí quién nos narre lo que ocurra en el 'cara a cara' entre el hombre que ha lanzado un importante desafío al Estado y a la legalidad y quien tiene que garantizar que este desafío, la celebración de una consulta en Euskadi el próximo 25 de octubre, no se consume. Claro que nadie piensa en un acuerdo entre el versátil Zapatero y el tozudo Ibarretxe en esta 'cumbre' del martes: el lehendakari ya no puede retractarse, aunque llevar adelante su plan sin duda va a significar su fin político, ni el presidente del Gobierno central puede ceder ni un milímetro más de lo que ya ha cedido en otras ocasiones si no quiere acelerar su propia salida de La Moncloa. Es más: creo que Zapatero sabe que una postura firme, irreductible, frente al lehendakari puede darle muchos votos en toda España, posiblemente el País Vasco incluido, de cara a las elecciones del 2 de marzo.

No habrá, pues, acuerdo. Lo interesante es ver cómo se escenifica el desacuerdo. A ninguno de los dos le interesa una ruptura violenta, por lo que, como digo, resulta especialmente interesante ver cómo nos cuentan lo que se cruce entre ellos. Claro que nos contarán lo que quieran contarnos, como ocurre siempre, por lo que probablemente nos perderemos lo más jugoso de un encuentro infrecuente, el primero desde que dimitiese Josu Jon Imaz, enemigo interno de Ibarretxe, de la presidencia del PNV.

Es, por tanto, un Ibarretxe relativamente triunfante el que llega a La Moncloa. Un Ibarretxe que viene a hablar de 'inseguridad jurídica' a raíz de las detenciones de miembros de la ilegal Batasuna por el mismo juez que no hace muchos meses, por lo mismo, rechazaba detenerlos. Un Ibarretxe consciente de que el Ejecutivo que encabeza Zapatero tiene algunos problemas más graves que el simple 'resfriado' con el que Zapatero enmascaró el pasado viernes la situación en el país. A las pocas horas, estallaba una ola de violencia -desgraciadamente con precedentes_ que destrozó dos calles del centro de San Sebastián, sin que la Ertzaintza pudiese evitarlo.

Pero hay violencias más soterradas, mucho más educadas, pero no menos preocupantes, que alcanzan a las instituciones: algún día, no lejano, conoceremos el estado de cosas, lo que se han dicho y hecho unos a otros, en el seno del Tribunal Constitucional, cuyos miembros deberían haber presentado ya una dimisión colectiva aunque no sea más que por vergüenza torera. Que el máximo órgano decisorio, tras el cual no hay apelación, para atajar presuntos desmanes contra la Constitución, esté viviendo los momentos que vive, es un síntoma de que el 'resfriado' se va convirtiendo en pulmonía, desde donde podriamos pasar a la neumonía.

Así que Ibarretxe llega en un momento político especialmente delicado, por mucho que el Gobierno y el partido que lo sustenta traten de mostrar que ya lo único que importa es emprender la carrera hacia las elecciones. Claro que el lehendakari tratará de aprovecharse de esta coyuntura de cierta debilidad de un Gobierno griposo. Cabe preguntarse si es 'este' PNV un buen aliado futuro de un Ejeutivo socialista. O si será esa Convergencia Democrática de Catalunya de Artur Mas, que afirma que el presidente de la Generalitat no tiene por qué asistir a desfiles 'en Madrid'. O si lo será esa Unió Democrática que dice que no piensa votar los Presupuestos para 2008. O esa Izquierda Unida donde algunos quieren sustituir al moderado Llamazares por una figura mucho más radicalizada procedente de los 'duros' del Partido Comunista. O si lo será Esquerra Republicana, que, con sus constantes salidas de tono, tantos votos hace perder a los socialistas...

Me parece que Zapatero está cada día más solo. Como lo está Mariano Rajoy. Y lo peor es que cualquiera de los dos que gane las elecciones de marzo tendrá que afrontar reformas -constitucionales, de la normativa electoral, de instituciones como el Consejo del Poder Judicial o el Tribunal Constitucional- que ninguno puede hacer en solitario. Cada día veo más claro que será inevitable un acuerdo poselectoral entre los dos mayores partidos nacionales, aunque ya no esté tan seguro de que ese gran acuerdo sea posible concretarlo con los actuales dirigentes de ambas formaciones.

Fernando Jáuregui

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