MADRID 23 Feb. (OTR/PRESS) -
En Televisión Española censuran una entrevista con José María García, que estaba en las manos extrañas del interrogador silencioso Jesús Quintero, alias el loco de la colina (claro que García, en su afán de recuperar algo de protagonismo, ya no se para en barras a la hora de insultar, poniéndose a tono con lo que parece ser la 'moda periodística' de nuestros días. En Telemadrid, el no menos extraño Fernando Sánchez Dragó, un antiperiodista al que le han dado un programa periodístico, salió con orejas de burro a pedir perdón por sus alocadas afirmaciones acerca de los madrileños; dará algún disgusto serio a los responsables de la casa en la que se desempeña, ya lo verán. En '59 segundos', histéricos de un lado y otro se pelean a muerte, lo mismo que en el programa de Buruaga. Y algunas otras teles locales y regionales, entre ellas ciertas públicas, tratan desesperadamente de montar shows parecidos, en ansiosa busca de un punto más en el índice de audiencias. La competencia, ahora que son tantas -y más que vienen-, es tan feroz que incluso las 'estrellas' de televisiones como Antena 3 y Cuatro (Gabilondo) han rechazado la invitación de TVE para que acudan la próxima semana, junto con periodistas de Telecinco y la Sexta, a entrevistar al presidente del Gobierno. Por cierto: ¿por qué solamente periodistas de las televisiones, y no, como sería lo lógico, invitar a columnistas e informadores de otros medios?
En definitiva, han perdido el carácter de ejemplaridad algunos de los programas informativos de nuestras televisiones, antaño tan serias en este campo, al menos en éste. No se quiere el debate serio y educativo, sino más bien todo lo contrario: se quiere sangre verbal, espectáculo de sal gruesa, en consonancia con lo que ocurre en alguna emisora radiofónica que conocemos, donde hasta las notas episcopales se dedican a meterse con profesionales de la competencia que se adornan con muy larga y solvente trayectoria.
Claro que no es de extrañar el sesgo que toman las cosas cuando contemplamos 'shows' propiciados por nuestros políticos, como el que protagonizó este pasado miércoles el nuevo ministro de Justicia, el señor Fernández Bermejo, en su primera sesión de control en el Congreso de los Diputados. Allí sugirió implicaciones del portavoz popular, Eduardo Zaplana, en la corrupción del ladrillo -ahora dirá que no quiso hacer tal sugerencia; la hizo y la oímos-. Olvidando que, si nada menos que el ministro de Justicia tiene indicios de corrupción, debe ser el primero en denunciarlo ante los tribunales, dejándose de velados alfilerazos que no hacen sino empobrecer la dialéctica política. Nos va a dar tardes de gloria el flamante miembro del Gobierno Zapatero.
Estamos, en fin, en momentos de crispación y de cierto enanismo político... y mediático. No es para echar las campanas al vuelo, la verdad.
Fernando Jáuregui.