Cambiar las leyes

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 1 abril 2008 21:17

La trágica muerte de Mari Luz y el lamentable hecho de que su asesino fuera un pederasta con dos condenas pendientes, han puesto sobre la mesa, al amparo del enorme impacto mediático, el debate sobre los graves fallos judiciales que han hecho posible esta situación y, lo que es mucho más importante, sobre la necesidad o no de cambiar las leyes. Siempre que hablamos de cambiar una ley es para endurecerla, para agravar las penas.

La democracia hizo que se impulsara una legislación garantista y que los ciudadanos prefirieran que un delincuente quedara en libertad antes de que un inocente pudiera ir a la cárcel. También tomó cuerpo social el mandato constitucional de que la privación de libertad debería tener como objetivo la reinserción social del delincuente.

Treinta años después, el aumento de los delitos y de la violencia, así como el tremendo impacto mediático de muchos casos, especialmente referidos al terrorismo, a la violencia contra la mujer y contra los niños, nos está llevando a otro extremo: cambiemos las leyes, hagámoslas más severas y emprendamos la reforma ya, con urgencia. Posiblemente una de las peores recetas y casi siempre una garantía de futuros errores más graves.

Incluso algunos vuelven a pedir la cadena perpetua para determinados delitos o la castración para otros. Y hay políticos que se suman a la tendencia porque eso puede dar votos. Tampoco hemos tenido éxito en la reinserción, entre otras razones porque es imposible que una cárcel terriblemente masificada y sin demasiados medios, sirva para otra cosa que para aparcar a los que han infringido la ley, cada vez más jóvenes y cada vez más desarraigados, muchos de ellos extranjeros y sin futuro.

Y cuando mañana vuelva a haber otros casos cómo éstos, ¿qué haremos? ¿Leyes aún más duras? ¿Hasta dónde? ¿Con qué fines? Sin duda queremos proteger a la sociedad, pero esa carrera de enfrentar seguridad a libertad tiene unos riesgos indudables. Habría que pedir un cierto reposo antes de enviar una ley al Parlamento. Poner ya a los mejores expertos y juristas a trabajar, analizar los datos, reales, estudiar lo que pasa en otros países y cómo se ha enfocado la solución de estos problemas, buscar consensos, colocar la elaboración del texto legal del impulso de la actualidad y de la presión de los medios. Sólo así se puede trabajar para el futuro buscando, porque hay que seguir haciéndolo siempre, la reinserción del delincuente.

Y, además de todo eso, hay que mejorar la política penitenciaria y cambiar la mala justicia que padecemos. Unos juzgados anticuados, llenos de inmensos legajos de papel, no informatizados, sin suficientes medios, cargado de burocracia, sin interconexión. Jueces, pocos, que actúan por libre, funcionarios mal pagados que no cumplen sus horarios porque nadie les controla. Burocracia, burocracia... burocracia inútil. Acabar con el descontrol judicial es más urgente que cambiar las leyes.

Francisco Muro de Iscar

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