Derechos in-humanos

Europa Press Sociedad
Actualizado: martes, 29 mayo 2007 14:50

Líbano vuelve a ser objeto de los intereses espurios de otros Gobiernos, como el de Siria, y se desangra de nuevo. Es una tragedia que dura décadas, con pequeños instantes de esperanza. En Afganistán no mejoran las cosas, todo lo contrario, y las fuerzas internacionales son incapaces de encontrar caminos para la paz.

Lo de Irak es una tragedia sin fin y un ejemplo de cómo se pueden hacer peor las cosas y en otros países de la zona, los derechos humanos son una asignatura desconocida. 60.000 afganos que habían huido, sin esperanza, de su país han sido expulsados de Irán en apenas dos meses, y devueltos a una tierra en la que ya no pueden vivir. Los Gobiernos no quieren oír hablar de derechos.

En Pakistán, la ministra de Turismo ha tenido que dimitir, perseguida por haber dado un abrazo en público a un hombre. ¡Qué escándalo! En Israel y Palestina, la locura de unos y de otros crece cada día, aunque pueda parecer imposible. En Cuba, la libertad está fuera de la isla y los jerifaltes del castrismo, a los que la izquierda española sigue venerando y disculpando, niegan que los presos políticos que se pudren en la cárcel sean presos políticos; sólo son hombres sin derechos. Marruecos sigue condenando a activistas políticos saharauis que sólo quieren que se cumpla lo que aprobaron las Naciones Unidas: el derecho a ser libres.

China compra a golpe de talonario muchas empresas occidentales y todo Occidente se vuelve loco por negociar con el gran imperio y mira hacia otro lado cuando se habla de derechos humanos.

Africa es el gran mercado del hambre y de la penuria y, como las ayudas europeas, entre ellas la española, ya se las han gastado los Gobiernos de turno, vuelven las pateras y los cayucos camino de la abundancia. Ahora ya no sólo cobran por la patera sino, en muchos casos, por un contrato de trabajo que, cuando llegan a España, se rompe en pocos días y vuelve a dejar a la intemperie a cientos de inmigrantes estafados. Los traficantes de hombres, los dueños de las pateras, los intermediarios y algún empresario español sin escrúpulos se reparten los 10.000 euros que alguien cobra por el servicio. Eso los que llegan, porque muchos se quedan en el camino para siempre. En la cadena de explotación ya hay empresarios que antes fueron inmigrantes. Terrible.

La vida no vale nada, pero se cobra a precio de oro. Hay millones de personas, la mayoría niños y mujeres, que no tienen derechos. Ninguno. Casi ni el de vivir. Tampoco el primero, el derecho a la defensa. No tienen voto, pero tampoco voz. Mientras, los periódicos dedican decenas de páginas a las peleas estúpidas de los políticos en-campaña-donde-vale-todo y apenas queda espacio para denunciar que este mundo es cada día menos solidario y más injusto.

Francisco Muro de Iscar.

francisco.muro@planalfa.es

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