Esperanza y Bibiana

Europa Press Sociedad
Actualizado: miércoles, 2 julio 2008 21:30

Las mujeres en política son una bendición porque aportan no sólo equidad sino sentido práctico y sentido común, que son dos cuestiones de las que carecen a menudo la mayor parte de los políticos varones. Que se lo cuenten sino a Zapatero, que anda enredando con la crisis negando la mayor y practicando la política del avestruz. ¡Qué cantidad de tiempo perdida en buscar eufemismos semánticos para no hacer frente a los problemas reales!

Pero hay mujeres y mujeres. Esperanza Aguirre que fue una estupenda concejala, una mala ministra de Educación, una buena presidenta del Senado y una rompedora presidenta de la Comunidad de Madrid, padece un ataque de fobias, de cuernos, de ansiedad o vaya usted a saber de qué, y se ha cargado de un plumazo a dos de sus consejeros, por el hecho de que dieron su apoyo a Rajoy en lugar de dárselo a ella. Es, o lo parece, la rabieta de quien no se ha atrevido a enfrentarse cara a cara a su rival de partido y demuestra que no sabe perder. Y que anuncia, a quien quiera escuchar, que no permite ni siquiera infidelidades virtuales.

El mensaje es claro: el que no está conmigo, está contra mí. Eso ha funcionado casi siempre en todos los partidos y muy especialmente en el Popular. La libertad de pensar, no digo ya la de votar, es casi antinatural en los partidos políticos. Sea como sea, la medida retrata a un personaje que tiene grandes valores e inmensos defectos, o, dicho de otro modo, que tiene tanta ambición como escaso respeto por la libertad. Ni Manuel Lamela, especialmente, ni Alfredo Prada se merecían una salida por la puerta de atrás ni Esperanza Aguirre puede desperdiciar de una manera tan torpe su caudal político.

Pero en todas partes cuecen habas. Si la esperanza, dicho sea sin ánimo de molestar, son las mujeres, no parece que Bibiana Aido vaya a ser un sorpresa de talento, después de la sorpresa de su nombramiento. Al margen de lo de miembros y "miembras", que es una tontería elevada a noticia, da la sensación de que, fuera de una correcta exposición de vaguedades envuelta en palabras grandilocuentes, la ministra de Igualdad no tiene nada que ofrecer.

Hace poco, en un encuentro organizado por Europa Press, la ministra no salió de las generalidades, salvo en el tema del aborto, donde manifestó su intención de proteger a las mujeres que abortan y a los médicos que lo llevan a cabo, independientemente de que se ajusten o no a la ley y a la deontología y sin una sola palabra para las víctimas de ese aborto. Pero, al margen de eso, la ministra no salió de los tópicos y de afirmaciones que la dejan donde parece que está: en el marketing.

Habla exclusivamente sobre la igualdad hombre-mujer y no sobre las desigualdades que llenan nuestro país y que alguien debería combatir desde su Ministerio y añadió que no tenía "criterio sobre las jóvenes que llevan velo. Me lo estoy formando". Hombre, una mujer que llega a ministra de Igualdad, lo menos que puede tener son ideas claras sobre aspectos básicos. El problema es que, con criterio o sin él, va a tomar decisiones importantes que nos afectan a todos. Y eso, como lo de Esperanza, además de torpe, es peligroso.

francisco.muro@planalfa.es

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