MADRID 19 Ene. (OTR/PRESS) -
Un poco de tila, por favor. El deporte es una manera de vivir, pero parece un ring de boxeo. Si para ser presidente del Gobierno, como dice, desafortunadamente, Mariano Rajoy se debe exigir algo más que "ser español y mayor de 18 años", para ser presidente de un club de fútbol o entrenador de otro, ¿se exige algo? No hablo sólo de normas de comportamiento, sino también de lo que es gestionar una empresa y tratar adecuadamente los recursos económicos... y los humanos. Es cierto que los presidentes de clubes han venido dando espectáculo, y no precisamente deportivo, y desde Jesús Gil a Ruiz de Lopera se puede escribir una antología... de terror. Ahora tenemos un personaje al que había que ignorar absolutamente, que es el presidente-dueño-entrenador real-mozo de estoques del Alavés, Dimitri Pitterman, que se ha creído que puede insultar a medio país, a medio equipo y a toda la afición. Y lo que me sorprende es que la gente siga yendo al campo y no le boicotee allí donde esté. Algo parecido se puede decir de otros presidentes y de algunos entrenadores que machacan a sus jugadores y hasta les insultan públicamente.
Pero ya nadie se libra de estas cosas y el espectáculo que están dando los directivos del Real Madrid iguala lo peor. Por un lado un entrenador les hace una peineta a dos aficionados que le insultan todos los partidos -unos impresentables que van a insultar en lugar de a ver fútbol- con lo cual pierde toda la autoridad con los jugadores, aunque luego pida perdón. Pero, además, apoyado por otros directivos, entre los que no es ajeno el presidente, decide castigar a un jugador que en junio se irá a otro equipo, con lo que perjudica a su equipo, devalúa a otros, hablando mal de ellos, con lo que el club cobrará la mitad de lo que valen si logran traspasarles. Y como remate, al presidente se le calienta la boca y larga lo que no está escrito. Y luego se queja de que le han grabado. Ingenuo.
El mundo del fútbol está muy mal, porque presidentes que, en muchos casos, no son los "dueños" de su empresa, juegan con el dinero y pagan cantidades desorbitadas, sin control y sin auditorías de ningún tipo. Por mucho que hayan sido elegidos en las urnas, debería haber topes salariales, como en la NBA, que impidieran esas desmesuras y bien a través de la masa social, bien por otros procedimientos, la gestión de los clubes debería ser transparente. Pero lo que es un disparate es que un presidente renueve contratos estratosféricos y luego critique al renovado. O que un entrenador diga que Fulano entrena poco, sin que le sancione tocándole el bolsillo. ¿Se imaginan ustedes al presidente de Endesa o de Acciona diciendo que su director general trabaja "regular" y que el de Marketing "quiere ser una estrella de Bollywood"? ¿O que revele los sueldos y primas de sus directivos en un encuentro con estudiantes universitarios? Un disparate.
Francisco Muro de Iscar.
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