MADRID 15 Mar. (OTR/PRESS) -
La publicación por parte de la Editora Regional de Extremadura de dos catálogos del fotógrafo José Antono M. Montoya con imágenes de personajes religiosos disfrutando del placer del sexo ha levantado una fuerte polémica. Desde luego, si entre las intenciones de cualquier manifestación artística se cuentan las de la trasgresión y la provocación, la obra de este fotógrafo extremeño es arte en estado puro. Cristos y vírgenes transexuales, santos masturbándose y compartiendo sexo, éxtasis nada místicos, son algunas de las cosas que se muestran en estos libros. Desde luego, no es difícil comprender que haya gente que pueda sentirse ofendida al contemplar estas escenas.
La polémica tiene un par de ángulos interesantes de aproximación. El primero, sobre si un artista debe sentirse concernido por lo sagrado y debe limitar su creación, autocensurarse por no ofender a los creyentes. La publicación de unas caricaturas de Mahoma y la prohibición de una representación en la Ópera de Berlín hace más de un año ya aportaron elementos suficientes al debate sobre cómo deben afrontarse estas disyuntivas en las sociedades laicas y modernas. No obstante, resulta curioso que aunque en aquella ocasión se hizo un canto angelical a la libertad de expresión, desde entonces no se han visto muchas más caricaturas del profeta del Islam. Por si acaso.
El segundo aspecto, el que ha utilizado el PP de Extremadura para atizar la polvareda, es si una institución pública debe apoyar y financiar con el dinero de todos los ciudadanos este tipo de manifestaciones artísticas que pueden ofender a muchos contribuyentes. La respuesta parece tan evidente que ya la dio en su día el propio presidente de la Junta de Extremadura. Porque estos catálogos fueron editados hace años, las fotografías se expusieron entonces en la Iglesia de la Preciosa Sangre, el obispo de Cáceres expresó su indignación y Juan Carlos Rodríguez Ibarra pidió disculpas por "el error" a los representantes de la Iglesia y a quienes pudieran haberse sentido ofendidos. ¿Cuántas veces hay que pedir perdón para que algunos se den por satisfechos? Además de las excusas, ¿hay que quemar las fotografías y aprovechar la hoguera para que el artista expíe la culpa?
Se aproximan las elecciones y parece que todo vale, incluso desempolvar viejas polémicas por si acaso cuela. Y eso también es obsceno. Me imagino a Montoya feliz por la publicidad gratuita que se está brindando a su obra, mucho mayor que la que se le dio cuando alumbró y expuso sus fotografías. Y me imagino que el consejero que prologó uno de estos libros, Francisco Muñoz, candidato ahora a la alcaldía de Badajoz, revisará a partir de ahora con mayor cuidado algunos catálogos. Estoy seguro de que nunca hubiera publicado ni prologado un libro con imágenes semejantes que tuvieran como protagonistas, por ejemplo, a Zapatero y Rajoy, o al propio Ibarra.
Isaías Lafuente.