MADRID 11 Mar. (OTR/PRESS) -
Curiosa o premeditadamente, las manifestaciones contra el Gobierno de Zapatero se han hecho coincidir con la víspera del tercer aniversario del 11-M, y de ese modo, la inauguración del monumento que las va a recordar, y el Concierto que con ocasión del mismo aniversario presidieron los Reyes en la tarde de este sábado, todo quedó notablemente disminuido y empequeñecido por causa de la natural inclinación a mantener la atención en un primer gran asunto, prescindiendo de los restantes. Naturalmente, no falta la sospecha de que el PP haya querido reducir la atención sobre el aniversario del 11-M por la sencilla razón de que no podría hallar en su rememoración ningún beneficio político, sino todo lo contrario: las declaraciones de los acusados, sospechosos, testigos y confidentes que participaron en aquella pavorosa masacre no han hecho otra cosa que recordar las circunstancias del crimen, y es preciso seguirse preguntando cómo fue posible que todo aquello pudieran producirlo unos cuantos inmigrantes fanáticos, muchos de ellos teóricamente a las órdenes de jefes policiales que los empleaban, cabría esperar, como confidentes y chivatos, y que, en cambio, se sirvieron de su condición para preparar el gran crimen.
También ha sido posible comprobar que al Gobierno de la nación llegaron repetidas advertencias de que algo gordo podía estarse preparando, y que las correspondientes informaciones estaban llegando a los centros donde era posible controlar a los malignos. Pues bien, todo eso no resultó operativo, no funcionó, y en la mañana del once de marzo de hace tres años, exactamente, estallaron once bombas ocultas en otras tantas mochilas y colocadas en otros tantos vagones del tren de cercanías que, desde Alcalá, se dirigiría a la estación de Atocha con ciudadanos madrugadores en su trayecto al puesto de trabajo o a sus clases universitarias.
Desde que aquella masacre se produjo, han trabajado policías, jueves, investigadores, algunos periodistas, en tratar de explicarnos cómo pudo ser posible todo aquella sensacional matanza de personas, y muchos ciudadanos estamos aún reclamando más información, atar más cabos, pero sin los propósitos que algunos tuvieron durante una larga temporada de recurrir a conspiraciones y tramas ocultas. Incluso algún partido político que no hallaba explicaciones racionales a sus propias responsabilidades políticas, trató de beneficiarse de esas conspiraciones y las alentó de manera escandalosa. También es ya hora de que se disculpe de aberraciones de esa naturaleza y afronte con su propia disculpa sus propias torpezas. No es de asombrarse que Pilar Manjón y las restantes víctimas expresen un profundo malestar hacia el gobierno que era el responsable de la seguridad de los ciudadanos cuando la matanza se produjo. Claro que sólo hay unos culpables, quienes participaron en la elaboración, preparativos y ejecución d el crimen. Pero los que debían estar vigilando también tienen algo que decir, y de qué disculparse.
José Cavero