MADRID 23 Nov. (OTR/PRESS) -
Aún cabe la posibilidad de que Mas y Montilla tengan su propio debate televisado "a dos", que podría resultar decisivo. Pero aún no existe acuerdo para tal cosa. De manera que, en el único debate televisado de la campaña entre los seis candidatos a la presidencia, Artur Mas anunció en la noche del domingo que si es elegido president está dispuesto a incorporar socialistas a su Govern. La revelación saltó a la primera intervención en este debate de candidatos emitido por TV3, en el que Artur Mas parecía ya actuar como president, después de que varias encuestas electorales adelantaran que está al borde de conseguir mayoría absoluta en las elecciones del domingo que viene. Mas desarrolló su idea de que si llega a ser president intentará formar "el Govern de los mejores" y añadió que "los mejores pueden estar en el Partit dels Socialistes, en Convergencia i Unió y pueden no estar en ningún partido político".
Mas no planteó un gobierno de coalición con el PSC, sino su disposición a abrir su proyecto político más allá de los límites de su partido en la línea de los mensajes que está lanzando en la recta final de la campaña. De hecho, lo más interesante del debate entre los seis candidatos a la presidencia de la Generalitat sucedió cuando el president Montilla interpeló a Artur Mas para que se comprometiera a no aceptar los votos del PP en su investidura como president, a lo que Mas respondió: "Usted lo tiene muy fácil para evitarlo, porque si CiU no tiene mayoría, usted puede facilitar la investidura y dejar que gobierne el partido que gane las elecciones y colaborar con él para sacar el país adelante. Yo me comprometo a hacerlo si el que gana es usted". El candidato de CiU interpeló al actual president con relación a la reivindicación del concierto económico para Cataluña: "¿Está a favor o en contra de que los catalanes podamos gestionar nuestros propios recursos?". Montilla respondió: "¿Está usted dispuesto a respetar las reglas del juego? Acabamos de aprobar el Estatut y el mejor acuerdo de financiación de la historia".
"Necesitamos que el PSC y el PP catalán apoyen que los catalanes podamos administrar nuestros impuestos como lo hacen vascos y navarros", insistió Mas. "Si ganan las elecciones, que espero que no, se olvidarán del concierto", replicó Montilla. "Usted no puede decir que apoyará el concierto porque el PSOE no le dejará", contraatacó Mas. Alicia Sánchez-Camacho rechazó la posición de CiU: "El concierto es inconstitucional y plantearlo como lo hace usted, señor Mas, sólo llevará a la frustración y al enfrentamiento con el resto de España".
Mas también tuvo un duelo particular con el líder de Esquerra Republicana, Joan Puigcercós. Este le desafió a "defender juntos el concierto, pero si en Madrid nos dicen que no y nos cierran la puerta, usted se compromete a convocar el referéndum de independencia". Mas respondió: "El referéndum de independencia ahora dividiría el país en dos mitades, y yo no estoy dispuesto a hacer nada que nos conduzca a la frustración. En cambio, el concierto puede reunir amplio consenso y sería bueno que lo apoyaran el señor Montilla y la señora Sánchez-Camacho". El asunto del concierto económico animó un debate en el que predominaron los mensajes en paralelo y los duelos particulares entre los líderes que se disputan un mismo segmento electoral.
Herrera, de ICV, reprochó más que nadie a Montilla los recortes sociales de Zapatero y en reiteradas ocasiones Sánchez-Camacho y Albert Rivera, el candidato de Ciutadans, rivalizaron en la defensa del castellano. Con todo, Artur Mas fue el interlocutor de referencia para el resto de los líderes. Todos buscaron el cuerpo a cuerpo con el candidato de CiU, algo hasta cierto punto lógico porque todas las encuestas publicadas ayer señalan a CiU como opción favorita para ganar los comicios. El debate había arrancado con la contraposición de propuestas contra la crisis económica, donde paradójicamente hubo más coincidencias. Todos los candidatos coincidieron en la necesidad de reformar el sistema educativo y la formación profesional, y favorecer la circulación del crédito a las empresas. Montilla puso el énfasis en las prestaciones por desempleo, mientras Mas planteaba la moderación fiscal, la reducción de los impuestos elevados por el tripartito y la austeridad en la Administración. Aunque su mensaje principal se basa en "devolver al confianza" a los ciudadanos de Cataluña "con un cambio de políticas y de liderazgos".
Joan Herrera y Montilla discreparon: si se bajan los impuestos se recortarán las políticas sociales. Mas y el resto sostenían que con menos impuestos se crea riqueza y se mantiene el Estado del bienestar. Puigcercós recordó que "con 20.000 millones que se van a Madrid y no vuelven, Cataluña afronta la crisis con un brazo atado a la espalda". Las posiciones defendidas por Sánchez-Camacho sobre inmigración fueron rechazadas por el resto de líderes como atentatorias de la convivencia. Hubo una cierta complicidad entre Montilla y Más acusando juntos al candidato de Ciutadans de buscar la división en el tema lingüístico. Rivera llegó a proponer a Mas un acuerdo para suprimir las sanciones lingüísticas.
El desastre económico irlandés también planeó en este debate. Montilla y Mas rivalizaron en recetas para salir de la crisis. El líder del PSC presumió de haber sido uno de los primeros dirigentes políticos de haber asumido la realidad de la crisis y tomar las primeras medidas. El candidato de CiU ofreció una receta basada en facilitar el crédito a las empresas y lograr la excelencia académica además de rebajar impuestos. Montilla recordó que "la crisis está afectando a todos", y sacó pecho ante Mas recordando que bajo su gestión ha bajado el fracaso escolar en dos puntos y que el índice de paro en Cataluña es similar al del año 1993, cuando gobernaba Jordi Pujol. "¿Tiene que hablar de 1993 para defender su gestión?", preguntó Mas. "Si lo hace es porque el tripartito se ha peleado tanto que no tiene argumentos", añadió, recordando que el tripartito ha subido impuestos como los que gravan la compraventa de pisos.
Montilla y Mas no lograron contraponer sus modelos, puesto que ambos tuvieron que lidiar con los otros cuatro candidatos que criticaron sus medidas. Sánchez-Camacho acusó al actual gobierno de haber llevado Cataluña cerca de la bancarrota. "Han dejado la deuda de Cataluña en 5.000 euros por habitante", dijo. Montilla le echó en cara la complicada situación económica de las autonomías del PP como la Comunidad Valenciana. Joan Puigcercós dijo que "lo que verdaderamente está desangrando Cataluña son los 20.000 millones de euros que cada año paga en impuestos a España y no regresan aquí". Esto dio pie a hablar del concierto económico que defiende CiU. Puigcercós y Montilla acusaron a Artur Mas de defender este asunto por puro electoralismo y aseguraron que se olvidará de ello tras las elecciones. El candidato de Ciutadans, Albert Rivera logró poner la corrupción encima de la mesa, reprochando a CiU un vídeo electoral en el que se ve un hombre envuelto con la bandera española que roba la cartera a un catalán. "Quizás los que nos han robado hayan sido gente con el carnet de CiU y del PSC", dijo recordando los casos de corrupción del Palau de la Música y la operación Pretoria, que ha afectado a Convergencia Democrática, pero también al PSC.