MADRID 27 Ene. (OTR/PRESS) -
Ciertamente, el Caso De Juana Chaos, no es materia de un solo día, ni se apagarán sus ecos de manera inmediata. La controversia política ha sido de las grandes, aunque sea una parte más de la pelea "a muerte" que vienen manteniendo Gobierno y oposición en materia antiterrorista, desde que Zapatero reclamó el apoyo del PP a su estrategia. La decisión adoptada por la mayor parte de los magistrados de la Sala de lo Penal de la Audiencia con toda seguridad ha coincidido con la opinión de la mayor parte de los ciudadanos, aunque no necesariamente está en línea con algunos expertos o estudiosos en Derecho, incluidos los cuatro jueces que discreparon de la mayoría de sus compañeros, y a quienes, por cierto, correspondía la decisión que se amplió al pleno.
Algunas opiniones son sumamente expresivas. Primera, la de Rajoy, que no ha ocultado su expansiva felicidad: Me he llevado una de las mayores alegrías. Pero, de parecida manera, conviene tener en cuenta opiniones tremendas como las de Anasagati, PNV: Si De Juana fallece, la Judicatura habrá aplicado la pena de muerte. O la del catedrático Joan Queralt: La Audiencia nacional lleva al límite la interpretación de la ley. La orden de alimentación forzosa de De Juana contradice la doctrina del TC.
La pregunta, o la duda, no parece ociosa: ¿Los jueces no han actuado libres de las presiones o de sus convicciones ideológicas? El ministro López Aguilar ha señalado que había otras soluciones judiciales también justificadas, o justificables, pero sus señorías prefirieron que De Juana siguiera alimentado por sonda, con los efectos inciertos y funestos que pudiera tener...
Por supuesto, los dirigentes políticos también es muy seguro que han pasado de la objetividad del estado de derecho a la objetividad de la pelea política y hasta pelea electoral en la que ya nos encontramos. Otra voz del mundo de la administración de Justicia, la de José Luis Requero, ha expresado su propia opinión: De Juana ha echado un pulso al Estado con una reivindicación inaceptable, pero el pulso no ha sido con el Gobierno sino con los jueces.
Discutida y acatada la decisión judicial,. nos hallamos ya en el tiempo siguiente: ¿Se asumirá sin más la decisión y aquí no ha pasado nada? ¿O habrá efectos más o menos incontrolables, en materia de recrudecimiento del terrorismo etarra y de recrudecimiento de la violencia callejera batasuna? Son dos eventualidades a las que el gobierno y sus fuerzas de seguridad deberán hacer frente. Tampoco cabe descartar que si había alguna tenue posibilidad de retorno a alguna clase de diálogo para el final de la violencia se haya deteriorado el clima, pero también se deterioró, y en mayor medida, por virtud del pavoroso y criminal atentado de la Terminal de Barajas. El Estado de Derecho tiene esas ventajas e inconvenientes, y a menudo no admite las contemplaciones que algunos quisieran, y cuyo coste final pudiera hacerse insoportable para el propio Estado.
José Cavero.