MADRID 15 Jun. (OTR/PRESS) -
Grave revés en el seno de la Unión. Pocos podían esperar hace unos cuantos meses que precisamente fuera Irlanda, la gran beneficiada en las dos últimas décadas, por los subsidios de la Unión, mucho más incluso que España, la que diera este susto y ocasionara este grave momento de incertidumbre en la construcción de la Europa Unida. Y además, que todo se produjera por datos tan escasos: ochocientos cincuenta mil irlandeses se imponen a los quinientos millones de europeos, un no al Tratado logrado en la consulta por una ventaja de poco más de cien votos sobre el sí... Pero así es la democracia: Ganan los contrarios, en un país de escasa población, con escasa participación y lo hacen por la mínima.
Ante esta posibilidad que empezaba a adivinarse en los días precedentes -el no fue de menos a más en las encuestas- las autoridades de las principales naciones de la UE, y las de los propios responsables de la Comisión Europea no quieren resignarse a otro parón, como el que se produjo cuando Francia y Holanda votaron contra el anterior Tratado, ahora rehecho y rebajado. ¿Qué quieren los irlandeses? Esencialmente, quieren "no perder", en una feria y mercado en la que les ha ido extraordinariamente bien. Hasta situarse entre los primeros países en renta per cápita de la UE, nada menos, y en un tiempo récord... Jose Manuel Durao Barroso, presidente de la CE, cree que no hay tiempo para lamerse las heridas, y que es el momento de actuar. Durao quiere evitar que vuelva a transmitirse la imagen de parálisis del fracaso anterior, y ya ha anunciado que en los próximos días, mantendrá consultas sobre cómo deberá proceder la UE para solventar la crisis y salir de este nuevo 'impasse'. Y con Barroso, que se reunirá con representantes de los Estados de la Unión, volveremos a comprobar las habilidades negociadoras de cancilleres, eurodiputados y jefes de Estado y de gobierno para lograr la aprobación definitiva y la validación de una norma que debe dar cohesión y orientar la política comunitaria en un periodo de crecimiento y diversificación.
De momento, los primeros en reunirse serán los ministros del Exterior de la UE, este mismo lunes en Luxemburgo. La Comisión (el Ejecutivo de la UE) y el Parlamento Europeo se reunirán en Estrasburgo el martes. Los jefes de Estado y gobierno de la UE se encontrarán en Bruselas el jueves y el viernes y deberán determinar si continúa o no el proceso de ratificación en los nueve países restantes, entre ellos España. Se sospecha que los tradicionales euroescépticos, como Reino Unido, República Checa o Dinamarca, podrían tener una excusa para echarse atrás. Por lo que respecta a España, el Gobierno hizo pública una declaración institucional apenas se supo el rechazo irlandés, en la que expresa su confianza en que "Europa sabrá, como siempre, encontrar una solución adecuada sobre la base del diálogo y la reflexión entre todos los Estados miembros y, en particular, con Irlanda". Y prosigue: "Europa no se va a detener, porque contamos con una fuerte voluntad política para seguir impulsando el proceso de construcción europea. Continuar ese proceso es hoy más necesario que nunca para dar una respuesta eficaz a los nuevos retos y a los problemas de nuestros ciudadanos". España, asegura el Ejecutivo, proseguirá con el proceso de ratificación del Tratado de Lisboa y mantendrá una "postura constructiva y concertada con el resto de socios europeos".
Pero las palabras de que todo sigue "casi igual" no parecen suficientes. Como ayer Francia y Holanda, hoy la patada a la puerta de una construcción más decidida la da el gran beneficiado, Irlanda. Para mayor irritación y mayor congoja.
José Cavero