Actualizado 14/05/2010 14:00

José Cavero.- Los otros personajes.

MADRID 14 May. (OTR/PRESS) -

Ni siquiera la contundente intervención de Mariano Rajoy con un repetido estribillo "ya le dije yo, yo le advertí, no me hizo caso a mí...", con su catarata de reproches y de ataques demoledores, es capaz de restar importancia a los anuncios y explicaciones del presidente del Gobierno, en la sesión del Congreso de ayer. Es evidente que la clase política no es propicia a admitir y elogiar las rectificaciones ajenas, ni siquiera cuando coinciden con lo que uno venía reclamando... De manera que las reacciones de los portavoces parlamentarios eran lógicas precisamente porque Zapatero se había obstinado en hacer su propia contra-crisis de manera mesurada y tranquila, a ser posible sin que nadie la advirtiese, pese a quienes le recomendaban actuaciones más urgentes y enérgicas. La pretensión del presidente consistía en que la mejoría de la economía española, apenas iniciada en la recuperación económica, pudiera permitir un ajuste suave en tres o cuatro años, para reducir el 11,2 por 100 de déficit actual hasta el tres por ciento que reclama la Comisión Europea en 2012.

Bajar dos, tres o cuatro puntos por año ese déficit, sobre todo si el Estado empezaba a recuperar mayores niveles de ingresos, hubiera sido incluso fácil si la recuperación del crecimiento se comprueba y se hace realidad sin tardanza. Pero los interlocutores de Zapatero en Bruselas y en Washington urgieron a dar satisfacción a unos "mercados nerviosos", necesitamos de dardos tranquilizantes. De manera que Zapatero mereció toda la pantalla, con muy leves apuntes para sus compañeros de pupitre en el Congreso. Durán, Erkoreka, Ridao, Rosa Díez se repitieron sin interés y apenas merecen unos pocos titulares de segunda clase... Menores, en todo caso, que los dirigentes sindicales, en quienes están ahora muchísimas moradas.

Pero quedaban unos pocos personajes al margen del hemiciclo, que de no haber sido por ese pleno de las drásticas rebajas, hubieran alcanzado mucho mayores cotas de atención. Es el caso de Francisco Camps, una vez que el Tribunal Supremo haya decidido reabrir el caso de los trajes regalados al presidente valenciano. No es improbable que Rajoy potenciara su intervención para desviar la atención sobre su "apadrinado" valenciano, de quien había dicho unos días antes que la Justicia no podría condenarlo ni mucho menos eliminarlo de la carrera electoral. Camps, nadie lo duda, está ahora en una situación delicadísima, probablemente más que nunca, y que pudiera llegar a un punto de exclusión y de fuera de juego. No tanto por esos trajes cuya factura nadie ha visto, sino por los informes de Hacienda que avalan el fraude y la financiación irregular del PP valenciano a cargo de empresas favorecidas por la trama Gürtel.

También siguen siendo personajes "del drama" Baltasar Garzón y Luciano Varela, uno y otro, según parece, en la carrera por ver quién llega antes: uno, al tribunal Internacional de la Haya, y el otro, en la posibilidad de impedir esa fuga o de evitarla antes de que el juez más famoso se siente en el banquillo de los acusados. De momento, Varela parece llevar una cierta delantera en el Supremo y, de paso, en el Consejo General del Poder Judicial.

Y luego, y para acabar un día tenso, la distensión del fútbol y de un triunfo magnífico logrado por el Atlético de Madrid: La Liga Europa es para los "colchoneros" y el uruguayo Forlán, con los dos goles, ha vuelto a ser el gran héroe indiscutible.

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