Actualizado 03/12/2007 01:00

José Cavero.- Tres focos centrales de atención

MADRID 3 Dic. (OTR/PRESS) -

Cuesta concentrar la atención en uno solo de los acontecimientos que ahora mismo tienen, en distinto grado, preocupada a la nación española y sus ciudadanos. Sin duda, el atentado cometido contra dos guardias civiles en Capbretón, Landas francesas, este domingo, sigue mereciendo atenciones singulares, por sí mismo y por los efectos políticos que ha logrado conseguir. Por una vez en mucho tiempo, los partidos políticos han cedido en sus particulares querellas y se han puesto de acuerdo en la prioridad de su propia unidad frente al terror, y en la conveniencia de replicar a los terroristas hasta acabar con ellos. Consigue esta nueva actitud tanto una opinión pública harta de individualismos como el miedo que ha significado la vuelta de ETA a sus métodos más explícitos y bestiales. Frente a esas actuaciones se produce el regreso a la unidad de los demócratas, posiblemente porque de otro modo la ciudadanía pudiera volverse, en las próximas urnas, contra los disidentes. Y, de otra parte, se anulan intermediarios del tipo AVT, que han monopolizado mucho tiempo, con apoyo del PP, este tipo de demostraciones contra los terroristas y a favor de mostrar la solidaridad con sus víctimas y familiares.

La segunda gravísima preocupación del momento se llama Cataluña, por razón de la movilización que se produjo también este domingo contra el mal funcionamiento de los trenes de cercanías y su responsable máxima, la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez. Pero, más allá de las nuevas demostraciones contra 'Maleni', sus trenes y sus vías, en buena fase de recuperación para el servicio, los partidos nacionalistas, CiU y ERC, hicieron un excelente trabajo para encauzar el enfado ciudadano hacia reclamaciones más sustanciales y trascendentes, como el derecho a decidir de toda una Nación enfadada. ¿Tan graves son las razones para el desapego que se viene produciendo en Cataluña? Al descuido de muchos años producido en las infraestructuras debe sumarse el aprovechamiento sistemático que han efectuado los mencionados partidos nacionalistas, que pugnan entre sí por ver cuál ejerce más su tarea de reclamar y exigir al Estado central y a quienes lo representan, lejos de atribuirse alguna razón en los desarreglos que se han producido en trenes, planes de construcción, luz de la ciudad, maletas de El Prat... Cualquier otra ciudad ha registrado inconvenientes de esa naturaleza, pero ninguna llega a la conclusión de que todo eso lo arregla un mayor grado de autogobierno y hasta la independencia. En Cataluña han ido haciendo ese camino las malas prácticas de unos y de otros: los convergentes que gobernaron dos décadas en Cataluña y el PP que se olvidó de atender suficientemente sus infraestructuras. Y hasta el TC, que no termina de determinar el futuro del Estatut catalán. Cuando se ha querido resolver el problema había crecido hasta lo ingobernable.

Otros problemas del momento, como la animosidad de Hugo Chávez con el Rey, con los bancos BBVA y Santander, y con los restantes ciudadanos españoles, tampoco son minucias. Un despótico elemento llegado a la cumbre del poder se ve en condiciones para despreciar toda norma de comportamiento y Derecho internacional, empezando por el turno de intervención en una reunión de presuntos estadistas. El "por qué no te callas", sin embargo, está dispuesto a cobrarlo muy caro. Y en el referéndum de este domingo podría tener nuevos argumentos para su soberana imbecilidad.

José Cavero

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