Actualizado 29/08/2010 14:01

José Luis Gómez.- A vueltas con España.- Madrid y Caracas

MADRID 29 Ago. (OTR/PRESS) -

España tiene papeles secundarios en la escena internacional, en parte por ser ésa una de las malas herencias del franquismo, que la democracia empezó a superar con Felipe González, sin que ni Aznar ni Zapatero fuesen capaces de alcanzar --para bien-- la dimensión internacional del primer presidente socialista, que supo desenvolverse con maestría tanto en Europa como en América Latina. Incluso desde el punto de vista de su partido, todo tenía una explicación: González levantó el PSOE gracias a la ayuda de los socialistas alemanes, suecos y austriacos, en tiempos de Brandt, Palme y Kreisky, pero también con el apoyo político y económico de la socialdemocracia venezolana de Carlos Andrés Pérez, que por entonces gozaba de un gran prestigio internacional como dirigente de un país cuyo arraigo democrático causaba envidia en toda América Latina, ya que su dictador, Pérez Jiménez, exiliado por cierto en España, había caído a finales de los años 50. Pero como la vida da muchas vueltas, Venezuela pasó de ser un país genuinamente democrático a entrar en una crisis política, salpicada de corrupción, que de momento se salda con la presencia del populista Chávez. Ahora en septiembre habrá elecciones legislativas en el rico país caribeño y para España se presenta otra oportunidad de demostrar que tiene liderazgo en la zona.

Venezuela es importante para España por muy diversas razones, empezando por las personales: cientos de miles de españoles, sobre todo de Canarias y Galicia, recompusieron allí sus vidas, muchos de ellos se hicieron ricos e incluso algunos, como el gallego José Mª Piñeiro, se abrieron paso en su política interna. De hecho, Piñeiro fue uno de los enlaces de Acción Democrática con el PSOE en tiempos de Guerra. Los otros intereses no son menos conocidos: los de las multinacionales, empezando por Repsol; las ventas de armamento; la situación de algunos etarras que Venezuela acogió cuando España se lo pidió, etcétera. Pero hay otra razón de peso, quizá menos evidente: el Gobierno de Madrid está considerado por Washington como un interlocutor privilegiado con Caracas.

España tendrá varios observadores en las elecciones del 26 de septiembre, pero si quiere, puede hacer mucho más que eso, tanto en beneficio de sus intereses, como de la propia democracia venezolana, necesitada de que su pluralismo enriquezca la soledad del chavismo.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Antonio Pérez Henares

Y el volcán de mierda reventó

Foto del autor

Rafael Torres

El dinero que le sobra a la banca

Foto del autor

Luis Del Val

Toda agonía es patética

Foto del autor

Antonio Casado

Extremadura: las claves