MADRID 25 Oct. (OTR/PRESS) -
Sergi Xavier cree que una borrachera es una eximente a la hora de agredir a una inmigrante ecuatoriana, pero más allá de lo que diga la ley, lo cierto es que la escena, que todos hemos podido ver en televisión, en que Sergi veja y agrede a una jovencisima chica ecuatoriana, no puede justificarse con nada.
Ignoro las circustancias familiares de este joven de 21 años, ignoro también que hay en su cabeza para haber tenido una actitud tan salvaje y racista. E ignoro también porque la fiscalía no ha actuado con diligencia contra este joven que se ha comportado como se comportan los racistas, como un auténtico energúmeno.
Imagino la desolación de la adolesdente cuando Sergi la pellizco en el pecho, su miedo a oponerse por si acaso el agresor aún pudiera reaccionar con más violencia, como de hecho sucedió a continuación en que la golpeó la cabeza.
Y me parece muy significativa la actitud del otro joven que viajaba en el vagón del metro, un chico sudamericano también, que permaneció quieto, sin moverse, sin ayudar a la víctima temiendo que le agredieran también a él.
Vivimos en una sociedad en la que el miedo y la falta de compromiso con los demás nos lleva la mayoría de las veces a mirar hacia otro lado. Sucede en los colegios donde hay niños que son víctimas de la violencia de otros compañeros y sin embargo nadie acude a ayudarles, callan los que no participan de la agresión por miedo. O cuando alguien sufre un desmayo en medio de la calle, y la mayoría de la gente aprieta el paso temiendo meterse en problemas si ayuda al caído.
Pero volviendo al suceso de Barcelona, lo que es evidente es que en nuestro país son cada vez más frecuentes las actitudes racistas y xenófobas, y que lo que ha hecho Sergí no es un acto aislado, sino que desgraciadamente empiezan a aflorar actitudes como la suya. No sé lo que pensará Sergi de sí mismo, pero la suya es una actitud amén de racista cobarde, profundamente cobarde. Agredir a una adolescente que no se puede defender evidencia los bajos instintos del agresor, y el caos que debe de albergar en su cerebro para ser capaz de tamaña infamia.
No sé lo que dice la ley que hay que hacer en éstos casos, pero me parece que lo que ha sucedido no se puede solventar con la frase de Sergi: "iba muy borracho y punto". Punto no, punto no puede poner ni la Justicia ni la sociedad ante quienes se tienen comportamientos xenofobos y racistas. Eso ni podemos ni debemos tolerarlo como sociedad, de manera que a Sergi Xavier no le puede salir gratis lo que ha hecho.
Julia Navarro.