MADRID 22 Feb. (OTR/PRESS) -
Elena Salgado ha perdido la batalla, y qué qierne que les diga, estremece pensar como los intereses económicos priman sobre la salud de los menores. Veran, yo creo que la titular de Sanidad es un tanto rígida en sus planteamientos políticos, y que va demasiado "sobrada" por la vida; y digo mas, a veces parece un tanto soberbia, pero dicho todo esto creo que no debería de haber perdido la batalla del alcohol.
Se han dicho un montón de mentiras sore el proyecto de ley antialcohol, incluido que era una especie de 'ley seca' y que el personal ya no iba a poder tomarse una copa cuando le viniera en gana. Sí, se han dicho muchas estupideces precisamente para desviar la atención de la cuestión principal y es que lo que la ley trataba era impedir el acceso de los niños, leanlo bien -NIÑOS- al alcohol. Y alcohol también es vino.
No sé si a ustedes les preocupara como padres, pero creo que somos muchos a los que nos pone los pelos de punta que el 65,6 de los menores de entre 14 y 18 beban alcohol habitualmente, y que más de 700.000 mil confiesen que se emborrachan todos los fines de semana. Pero en este país nuestro se ha decidido que no hay que hacer nada al respecto, que si los niños beben pues que beban, que los famosos 'botellones' son una expresión de libertad de los jóvenes, y que hay que dejarles.
Los productores de vino pedían que éste quedara fuera de la ley, y se han movilizado por tierra, mar y aire, hasta convencer a los ciudadanos que Elena Salgado quería impedirles tomarse una copa de vino en las comidas. La realidad es muy distinta, se trataba de que los niños tampoco bebieran vino, porque guste o no, el vino tiene graduación alcolica que afecta gravemente a la salud de los pequeños. Elena Salgado no ha podido contra el lobby alcoholero español, ni contra el sector vinicola, y se ha tenido que rendir retirando la ley. Al final, la cuestión es que esta sociedad no quiere asumir responsabilidades y estamos en el todo vale, y en ese todo vale a nadie le importa que los niños beban alegremente.
Es verdad que la educación empieza en casa y que los padres tienen una responsabilidad directa en la mala educación de sus hijos, en permitirles entre otras cosas participar de los "botellones", pero no solo los padres y la escuela educa, es la sociedad entera la que lo hace, y está claro que al final el negocio es el negocio, y aqui se ha puesto el negocio por encima del interes y la salud de los menores.
Julia Navarro.