Actualizado 23/10/2007 02:00

Julia Navarro.- Escaño Cero.- Maragall

MADRID 23 Oct. (OTR/PRESS) -

Desde hace unos días, desde que anunció que padece Alzhéimer, Pasqual Maragall está recibiendo innumerables muestras de afecto de la clase política en general, incluidos sus hasta ahora compañeros de partido. Y es que en este país nuestro tienes que estar gravemente enfermo o morirte para que la conciencia colectiva reconozca los méritos del enfermo o del fallecido.

Maragall ha sido valiente reconociendo públicamente el mal que le afecta y al que está dispuesto a plantar batalla, lo que sin duda le honra, pero lo sorprendente no es su reacción valiente, sino la de quienes hasta hace unas semanas echaban pestes, al hablar de él, le negaban el pan y la sal, o habían puesto un abismo ente ellos y el político catalán y aquí incluyo a la mayoría de sus compañeros de partido, empezando por el señor presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y continuando por su sucesor al frente de la Generalitat, José Montilla.

Pasqual Maragall ha pasado de ser un problema para los socialistas a convertirse otra vez, de la noche a la mañana, en un compañero con el que hay que mostrar solidaridad, la misma que está mostrando la opinión pública y los ciudadanos de a pie que se acercan a saludarle cuando le encuentran por las calles de Barcelona. Y es que Maragall ha crecido humanamente a los ojos de muchos ciudadanos que saben de lo terrible del Alzheimer, o bien porque la comienzan a padecer o porque tienen algún familiar o amigo cerca que la sufre.

De manera que Maragall se ha convertido en un símbolo de la lucha contra el Alzhéimer y sus ex compañeros de partido son muy sensibles a lo que significan ciertos símbolos. En otra escala, ha sucedido lo mismo con un compañero de profesión, Juan Antonio Cebrián, el autor de 'La Rosa de los Vientos' fulminado por un infarto a los 41 años y del que ahora todos dicen maravillas, y las dicen los mismos que jamás le presentaron para que ganara un "Ondas" o que no reconocieron que hacía un programa de radio diferente, original, innovador y, sobre todo, inteligente. Acaso demasiado inteligente.

Resulta desolador que haya tanta gente en nuestro país que sea tan generosa con quien deja de ser un rival, con quien ya no puede oscurecernos o con quien ya está muerto. De ahora en adelante, tanto da lo que diga Maragall, porque inmediatamente habrá quien con falsa conmiseración susurre "ya sabes que está enfermo, tiene Alzhéimer, así que lo que dice ... en fin... que hay que comprenderle". Seguro que frases como éstas las escucharemos de ahora en adelante cada vez que Pasqual Maragall haga alguna declaración política. Porque ahora lo que a otros les importa de él es que se convierta en un símbolo de la lucha contra el Alzhéimer. Y ¡ojalá pueda ganar la batalla!

Julia Navarro.

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