Actualizado 15/05/2007 02:00

Lorenzo Bernaldo de Quirós.- Adiós, Tony

MADRID 15 May. (OTR/PRESS) -

La retirada de Tony Blair era una crónica anunciada. Quien llevó al Partido Laborista tres veces a la victoria se había convertido en una incómoda presencia para el socialismo británico. No era para menos. Los triunfos electorales del líder del "Labour" se produjeron porque suponían una ruptura con los principios clásicos de la izquierda isleña. En realidad, el todavía inquilino del Número 10 de Dowing Street ha sido el heredero político de Margaret Thatcher. Ni en su discurso ni en su práctica de gobierno hay nada que recuerde al laborismo. Su "New Labour" fue una especie de tacherismo de rostro humano. Ahí está la causa de su llegada al poder, de sus éxitos en las elecciones y, finalmente, su salida del mismo.

En el plano interno, Blair mantuvo la política de estabilidad macroeconómica y de libertad de mercado heredada de la Dama de Hierro. Es verdad que el gasto público y los impuestos han crecido y también lo es que la intervención estatal en los mercados ha aumentado pero, en lo esencial, el modelo social y económico "blairita" no se aparta del legado de Thatcher y, en algunos casos, como en los intentos de reformar el Estado del Bienestar ha ido más allá. El resultado de ello han sido diez años de ciclo expansivo, fenómeno sin precedentes en la historia británica del último medio siglo. Hoy, el Reino Unido es la economía más flexible, abierta y competitiva de Europa y la mejor adaptada para actuar en un mundo global.

En el ámbito internacional, la política de Blair recuerda por su compromiso moral a la de Gladstone, el gran hombre liberal de la Era Victoriana. El Primer Ministro británico ha actuado siempre con la mirada puesta en los principios y el ánimo en la convicción aunque sus posiciones, léase guerra de Irak, le hayan enajenado el afecto de amplios sectores de la opinión pública, de su partido y, finalmente, hartan jugado un papel decisivo en su temprana retirada de la política. En cualquier caso, Blair ha mantenido el peso de Gran Bretaña en el mundo y, pese a quien pese, no ha actuado como un lacayo de los norteamericanos. Sus planteamientos internacionales se basan en profundas convicciones.

Con el paso del tiempo, la figura de Blair tenderá a agrandarse y se situará como uno de los tres grandes líderes británicos de los últimos sesenta años junto a Churchill y Thatcher. Ha sido el modernizador del Partido Laborista y ha logrado que la vieja Britania siguiese teniendo una influencia decisiva en el mundo. Su heredero Brown es otra cosa, un político socialista más clásico, con instintos más intervencionistas, con una visión más corta de la acción internacional de Britania... Echaremos de menos a Blair.

Lorenzo Bernaldo de Quirós.

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