Lorenzo Bernaldo de Quirós.- Una verdad incómoda

MADRID 28 Oct. (OTR/PRESS) -

Al Gore se embolsó unos cientos de miles de euros en la conferencia promovida por el Instituto de la Empresa Familiar pero 'la verdad incómoda' la dijo Rajoy quien se limitó a señalar la enorme incertidumbre científica que existe sobre el denominado cambio climático. Quizá el líder de la oposición debería haber callado, por prudencia política, ante un fenómeno que se ha convertido en una religión: El Apocalipsis medioambiental según Gore. Su paso por España recuerda al de los viejos profetas que iban a tierras de misión para evangelizarlas. España quizá haya dejado de ser católica pero ha abrazado con pasión la fe ecologista. Aquí, cualquier moda progre se acepta sin crítica alguna. Hay que se bobos.

Gore ha convertido la mala conciencia de unos, el miedo de otros y el oportunismo político de los más para hacer un negocio redondo. En su 'ejercito verde' militan con entusiasmo algunos ilustres 'papanatas' del capitalismo español, que le han pagado cientos de miles de euros por escuchar arrobados su mensaje, y toda la progresía celtibérica, transformados en agentes de marketing empresarial gratuito de Gore S.A. El ecologismo, sancionado por un Premio Nobel de la Paz no por uno de física o química, es ante todo una maquina de hacer plata para el ex-presidente de los EE.UU. Tras fracasar en su intento de salvar América del perverso Bush, el bueno de Al ha decidido salvar el mundo.

Alguien debería estudiar la facilidad con la que los españoles asumen cualquier moda sin resistencia alguna. Eso, quizá refleje una cierta falta de consistencia y de madurez de la ciudadanía; tal vez muestre un deseo de ser moderno a cualquier precio... El hecho es el entusiasmo popular va de los culebrones de la telebasura al ecologismo cañí. Además, lo curioso es que esas modas tienen la misma orientación ideológica: una descalificación de la sociedad de consumo y del capitalismo. Los 'niños ricos' de la sociedad española del siglo XXI no tienen ni idea de a que deben su prosperidad.

Lorenzo Bernaldo de Quirós