MADRID 25 May. (OTR/PRESS) -
Hablaba Machado de distinguir el ruido de los ecos, y el llamado día de reflexión, impuesto por nuestra Ley electoral, viene a ser una pausa en un periodo que siempre sube del tono previsto. Las voces de los candidatos en los mítines, suenan destempladas fuera del contexto y del ambiente en el que fueron pronunciadas, y de la ganga electoral sólo queda la cartelería. En realidad, casi nadie tiene que reflexionar, porque el porcentaje de voto decidido antes de la campaña no suele alterarse demasiado, salvo incidentes o triunfales meteduras de pata, pero sí se agradece el descanso.
A pesar de todos los vicios, defectos y lacras que hemos venido denunciando durante la campaña; a pesar de las imperfecciones del sistema -que las tiene, y muy graves- éste es el único procedimiento que permite controlar y vigilar el poder, y, lo que es mucho más importante, darlo o quitarlo. Y, aunque ya exista una generación que considera que esto es lo normal y lo acostumbrado, todavía son mayoría los países en los que estas reglas democráticas no funcionan, y la mera crítica a los abusos del dictador de turno cuestan la vida, la tortura o la cárcel. Asimismo, no son pocos los que, a través de una formalidad democrática, ascienden al poder y lo ocupan y aprovechan esa ocupación para destrozar la fórmula que les aupó
Por eso, creo que debemos ser escrupulosos, y aun, sin renunciar a mejorar el proceso, no ensuciar, no malograr, no deteriorar lo poco que tenemos, que es mucho si lo comparamos con otras geografías.
También decía Machado que de cada dos cabezas españolas, una embiste. Lo hemos podido comprobar durante la campaña, embestidas maliciosas, groseras, sibilinas, confundidoras, torpes y hasta mentecatas. Es, también la consecuencia de la berrea electoral. Pero las elecciones no son cosas de los que se presentan: son nuestras cosas. Por eso se agradece este silencio tras la tempestad.
Luis Del Val.
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