MADRID 17 Mar. (OTR/PRESS) -
Vivimos en un país inverosímil en el que suceden cosas inverosímiles protagonizadas por personajes inverosímiles. Veamos algunas, sólo a título de ejemplos, porque hay muchas más. La última es que Díaz Ferrán siga un minuto más siendo presidente de los empresarios españoles con el nuevo fiasco tras la disolución, por insolvencia, de su empresa Seguros Mercurio, después de haber dejado en la ruina y en la calle a sus cientos de trabajadores de Air Comet. Creo que el empresariado español necesita ejemplaridad y prestigio en sus dirigentes.
Otra es que el castigo de la corrupción masiva dependa de la composición ideológica de tal o cual sala de Justicia y que el juez Garzón se convierta en el malo de la película, perseguido por aquellos a quienes él trataba de perseguir por su presunta culpabilidad en los océanos de corrupción masiva que durante los últimos años les anegan. O que sea imaginable la anulación de unas escuchas que contienen pruebas irrefutables de la comisión de numerosos delitos con nombres y apellidos, con conversaciones cuyo contenido mismo es delito puro y duro.
O que la crisis económica castigue más al Gobierno electoralmente que la corrupción masiva al partido presuntamente implicado en la misma, siendo así que la crisis tiene muchos responsables y la corrupción tiene sólo uno, quien la comete. A lo peor hay que pensar que en ese contrasentido algo tenga que ver la dispar distribución de los apoyos mediáticos al Gobierno y al partido de los presuntos delincuentes, dado que al Gobierno no lo apoya casi nadie y al otro partido le apoyan demasiados.
Es inverosímil que la rebelión fiscal contra el aumento del 2% del IVA sea el estandarte de un partido cuyos gobiernos, no sólo madrileños, han subido infinitamente más la tributación del IBI, los precios de los transportes urbanos o la tasa de basuras, sin que nadie se haya rebelado más allá de los simples recursos contencioso-administrativos en alguno de los casos. Y teniendo en cuenta que esas subidas repercuten muchísimo más directamente en la economía de los ciudadanos que aquel controvertido 2%.