MADRID 27 Feb. (OTR/PRESS) -
Viendo la actitud del PP con motivo de la reunión de la famosa comisión anti crisis, uno se siente tentado a tirar la toalla de cualquier esperanza de entendimiento o de que el pacto de Estado o de no Estado sea posible. Imagino que los lectores han visto y oído los comentarios de Cristóbal Montoro, entre chulescos, despreciativos y burlescos, muy mal, muy mal, por cierto, sin el mínimo de gracia exigible, sin un ápice de seriedad política y económica, con una carga obscenamente escandalosa de que aquí no vamos a aceptar nada, de que aquí el Gobierno es idiota y su presidente es un inútil y un imbécil, que sólo le ha faltado a Montoro decirlo con palabras. Lo más correcto habría sido que no acudieran a la reunión y que sentaran desde el principio que no están dispuestos a participar en nada que tenga que ver con el esfuerzo aceptado por todos los demás para intentar un trabajo conjunto que contribuya a sacarnos del atolladero. Un atolladero en el que, ¡oh cielos! nos metieron los amigos y camaradas políticos e ideológicos del PP allá por el ancho mundo y por dentro de España.
Una cosa es cometer errores por el Gobierno y por el propio presidente, y otra bien distinta es obstaculizar a conciencia cualquier atisbo de acuerdo para eso que ya se ha convertido en tópico: remar todos en la misma dirección. Lo que hace permanentemente el PP es remar en la dirección contraria que todos los demás, y eso lo ha vuelto a dejar bien clarito con motivo del arranque de la comisión anti crisis. La mayoría de la gente terminará por darse cuenta de ello, cualquiera que sea su inclinación política, y eso le puede jugar al partido de Rajoy una muy mala pasada. Lo mismo que todo el mundo terminará dándose cuenta de que la implacable persecución contra el juez Baltasar Garzón se vincula con sus esfuerzos por investigar los crímenes del franquismo, la corrupción masiva que afecta al PP y las importantes causas internacionales contra dictaduras fascistas y genocidios. Esa saña no tiene otra explicación posible. De eso todos estamos convencidos, lo reconozcamos o no.