MADRID 14 Feb. (OTR/PRESS) -
El caso De Juana Chaos, tras la sentencia del Tribunal Supremo, entra en una vía que suaviza mucho las expectativas jurídicas y políticas que han venido caracterizando a este arduo problema. La Sala de lo Penal modifica sustancialmente la sentencia de la Audiencia Nacional, que era desmesurada y desproporcionada, como demostraba una mirada somera a su contenido, sin necesidad de entrar en profundas valoraciones jurídicas. Y no digamos en qué lugar quedan los que en meses pasados han preconizado una condena de 96 años, entre otros, la asociación de víctimas que dirige el señor Alcaraz, que ahora se apresura a descalificar y no acatar la sentencia del Supremo que reduce la condena a tres años. Mariano Rajoy y el PP acatan pero no comparten, lo cual me parece razonable viniendo de ellos, aunque horas antes Acebes había descalificado preventivamente cualquier rebaja de la condena. La reacción del Gobierno es todo lo discreta que exige ahora su nuevo papel de de responsable del inmediato futuro del preso en huelga de hambre.
La decisión de la sala del Supremo puede calificarse de sensata y aceptable desde todos los puntos de vista. La sentencia, si desde los extremismos no se manipula mucho, puede contribuir a que se produzca algún avance en el camino de la pacificación. De momento, la decisión es aceptada desde todos los ámbitos, incluida la izquierda abertzale y con la excepción de los extremismos de derecha, de los que era quimérico esperar otra cosa. Ahora el Gobierno, a través sobre todo de Instituciones Penitenciarias, tiene que medir con prudencia y con mucha sensatez, los pasos a dar en lo referente a la situación penitenciaria del condenado. La derecha le pide que no haga nada, que deje que el resto de la condena, pocos meses, sea cumplida sin aplicación de ninguna otra medida. Desde otros ámbitos se le pide que aplique el tercer grado, la prisión atenuada u otras medidas que contribuyan a que el deterioro de la salud de Iñaki de Juana no se deteriore más. La prudencia es la virtud política por antonomasia y éste es ya la hora de la política.
Pedro Calvo Hernando.