Actualizado 27/09/2007 02:00

Rafael Torres.- Castigo de la libertad

MADRID 27 Sep. (OTR/PRESS) -

Si el sentimiento republicano se extiende, esto es, si cada vez más españoles o más desinhibidos sienten la necesidad de elevarse a la superior condición de ciudadanos, contraria a la aceptación de que la máxima jerarquía de la Nación se herede como se hereda una finca, y, desde luego, a que los actos o las finanzas de esa jerarquía sean opacos e intangibles por gozar de un privilegio que contraviene la elemental norma democrática de la igualdad ante la ley, es comprensible que los actuales monarcas y sus familiares sientan contrariedad y revelen algún nerviosismo, pero no lo es tanto que los poderes del Estado, que han de servir a la voluntad del pueblo antes que a ninguna otra causa, emprendan acciones de rigor contra quienes, en uso de su libertad, expresan ese sentimiento.

Ya con el secuestro de la revista satírica El Jueves, que por serlo satirizó en su portada el decreto gubernamental de los 2.500 euros por hijo con una caricatura de los Príncipes, se rebasó lo admisible en una sociedad libre, del mismo modo que se alejaron de lo razonable las descalificaciones cortesanas al senador Anasagasti por sus críticas a la Monarquía, pero el actual procesamiento de unos jóvenes por expresar simbólicamente su rechazo a la Corona mediante la quema de un retrato en la vía pública, acto que en puridad democrática sólo podría ser sancionado con multa por infringir las ordenanzas municipales relativas a la prohibición de hacer fogatas en la calle, no sólo desborda con creces lo aceptable, sino que parece dar la razón a quienes consideran que el tabú de la Monarquía castiga la libertad.

Rafael Torres.

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