Actualizado 11/08/2009 14:00

Rafael Torres.- Al margen.- La mascarilla

MADRID 11 Ago. (OTR/PRESS) -

No se sabe para qué puede ser más útil el uso de la mascarilla, si para protegerse del contagio de la gripe A, o para defenderse del hedor de las sentinas políticas. La corrupción, que desprende ese olor nauseabundo al que muchos ciudadanos parecen haberse acostumbrado, derribó en el 96 al gobierno de Felipe González, pero con su destitución por las urnas no se acabó, ni mucho menos, con la "cultura" del trinque, la comisión y el pelotazo. Podría decirse que la corrupción política se democratizó, esto es, que abandonó en parte el ámbito palacial del Estado, más quemado, más vigilado, más arriesgado, para correrse e instalarse en los feudos, en las comunidades autónomas, en las diputaciones, en los municipios, y no digamos en los burgos podridos.

Con los calores del verano, la maceración de la podre que se ha ido acumulando sobre el tejido político de España se ha acelerado, y ahora la mascarilla higiénica se hace tan indispensable para que la peste que emana de ella no nos tumbe como para que los últimos virus de laboratorio no nos conduzcan a la UCI.

La mascarilla es mucho más barata que la vacuna contra la gripe A, y a lo mejor por eso a nadie se le ha ocurrido recomendar su uso para evitar el contagio y la propagación del morbo. Los médicos, alarmados con razón y por partida doble, por el trabajo que les espera y por la propia afectación a sus personas, ya recomiendan no besar ni dar la mano, pero eso, tan duro, podría incluso evitarse con el uso de la mascarilla en los lugares públicos y en las concentraciones humanas, o sea, en los transportes, en los conciertos de verano, en la procesiones, en los bares y en cuanto lugar se imponga la estrecha proximidad de las personas.

Como somos así, con tan escaso sentido del humor como desproporcionado sentido del ridículo, nadie se atreve a ser el primero en usar la mascarilla, por el qué dirán, pero en ese pequeño lienzo de celulosa que expresa la firme decisión personal de no querer fastidiar ni que le fastidien a uno, está la clave sanitaria del inmediato futuro.

Contenido patrocinado

Foto del autor

Antonio Pérez Henares

Y el volcán de mierda reventó

Foto del autor

Rafael Torres

El dinero que le sobra a la banca

Foto del autor

Luis Del Val

Toda agonía es patética

Foto del autor

Antonio Casado

Extremadura: las claves